NO llevamos ni medio mes del año – fiestas y puentes incluidos – y ya el ambiente está de lo más movidito. Los contagios están disparados y los números disparatados aunque, afortunadamente, la gente está pasando esa especie de gripecilla - sin pañuelo, sin moqueo ni lagrimeos pero con pruebas de palito en la nariz – encerrada a la fuerza y metiéndose entre pecho y espalda series y más series. Qué bien le hubiera hecho al mundo que, en lugar de tanta serie, de tanto netflix o "rtveplay", al personal le hubiera dado por leer. Las conciencias, probablemente, estarían más serenas y más lúcidas de lo que lo están. Se decía que el señor Ex Vicepresidente del Gobierno, ahora tertuliano y vocero de cosas que ni él se cree, cuando debería haber ejercido de Vicepresidente, en lugar de ello, se pasaba la vida viendo series.

A lo mejor, vamos a tener que agradecer a las series que sirvieran para tener entretenido al Excelentísimo Señor; no por el entretenimiento en sí, sino para que no se entretuviera en poner al país a los pies de los caballos ni infundir ideas más perturbadoras en la mente – poco lúcida - de su Baranda oficial, el ínclito Don Pedro. Pues en doce días, al margen de los datos sanitarios y las "gripecillas" confinadas a la fuerza, el Gobierno- o algún ilustre miembro del mismo - sigue con sus estultas acciones.

Otro "Excelentísimo", don Garzón, cuyos méritos ciudadanos para ser político de campanillas fue pertenecer a un grupo hundido en la miseria y rescatado por otro para caminar hacia nortes interesados, ha extralimitado la capacidad de meter la pata hasta límites increíbles, afirmando que la carne española que se exporta deja mucho que desear. ¡Ole, don Garzón!, Señor Ministro de Consumo del Gobierno de España, así se vela por los intereses de un país. Siga usted en su Ministerio. Siéntase orgulloso de sí mismo. Los ganaderos y los españoles nos avergonzamos de usted. Ha conseguido la gloria de la máxima estulticia. Y el Baranda Mayor, a lo suyo; a lo de él, claro.