en tránsito

Eduardo Jordá

El experimento

ME encuentro con un amigo y charlamos un rato de nuestras cosas. Las perspectivas son sombrías. Cierran editoriales y los libros no se venden. Vivimos en un país envejecido en el que un empleado medio se prejubila a los 50 años y puede seguir cobrando una pensión hasta que se termine su vida, cosa que por fortuna suele ocurrir a los 80 años. Eso tiene un lado positivo, por supuesto, pero también tiene un coste gigantesco que deben asumir los jóvenes que todavía tienen trabajo, si es que lo tienen. Y además vivimos en un país que produce pocas cosas y que parece incapaz de encontrar formas de innovación empresarial. Nos vence la abulia, la indiferencia o la confianza suicida en que todo nos lo van a dar hecho. No hay sociedad civil, ni iniciativa privada, ni auténtico debate de ideas, ni confianza en el futuro, ni nada de nada. Tampoco se ve por ninguna parte sentido de la responsabilidad. La culpa de la crisis es siempre de otro: de los mercados, de los socialistas, de la derecha, de los ricos, de los inmigrantes, de quien sea…, salvo de uno mismo, por supuesto.

Seguimos hablando. No sé cómo, sale a relucir el hecho de que hasta ahora se podía obtener el título de ESO sin haber aprobado todos los cursos. Mi amigo lo ha leído y me lo comenta. Nos quedamos estupefactos. Los dos compartimos las quejas contra los recortes en educación, pero nos preguntamos por qué nadie ha protestado contra este otro recorte institucional que ha estado vigente a lo largo de muchos años. Porque obtener el título de ESO sin haber aprobado todos los cursos es una estafa monumental contra la dignidad y el trabajo de profesores y alumnos, y esa estafa ha sido consentida por ministros, consejeros, sindicatos y rectores universitarios, sin que a nadie se le cayera la cara de vergüenza. ¿O es que un país serio puede otorgar títulos de enseñanza a los alumnos que "no" hayan aprobado todos los cursos? Hasta en Botsuana se sorprenderían al oír esto.

Pues bien, éste es el panorama que se van a encontrar Griñán y Valderas cuando empiecen a gobernar. Me pregunto si son conscientes de estas cosas, o si sólo están pendientes de repartirse los cargos. Hasta ahora, gobernar Andalucía ha sido una tarea bastante fácil. Sólo había que controlar la burocracia interna del partido y distribuir las subvenciones -casi siempre llegadas a través de los fondos europeos-, al mismo tiempo que se escenificaban los torpes enfrentamientos con la oposición. Eso era todo. Ahora, en cambio, vamos a ver por vez primera la compleja tarea de gobernar de verdad, porque el Gobierno deberá tomar unas decisiones muy difíciles que van a afectar por completo la vida de los ciudadanos y que no van a contentar a casi nadie. Veremos cómo sale el experimento.

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