Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

¡Que no falte la resilencia!

Las naves de la NASA y los planes de reconstrucción del Gobierno tiran del palabro

La del alba sería, la de ayer lunes. Y en nada se parecían aquellas previas de una nueva semana laboral al amanecer más glorioso de la novela mayor: "La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta tan contento (…) ya armado caballero". Qué va: ni tan contento, ni armado, ni caballero, sino en los tacos de salida para la carrera hasta el viernes. Oído entre las tinieblas del sueño perdido y el cambio de emisoras y posturas, el locutor tenía voz de haberse duchado tres horas antes, y contaba que la nave Resilience iba a dar un porte de astronautas a algún lugar del espacio de cuyo nombre no tengo ni idea. La operación es de la NASA, pero el transportista es ya privado: nada menos que Space-X, una compañía del empresario Elon Musk, hombre -por dar un dato para una semblanza- que ha bautizado a su sexto hijo, de su cuarta mujer, con el nombre de X Æ A-12: la primera, en la frente. Pero este no será astronauta, apostaría, porque como decía Elton John en Rocket Man, "Marte no es un lugar idóneo para criar a tus niños", y el magnate sudafricano y ya yanqui tiene patrimonio para contratar a todos los profesores y amas de cría del planeta Tierra. Pero, en fin, la NASA no quiere dedicarse más a fabricar cohetes, y los subcontrata a Musk; la Agencia se va a concentrar en las estacionas siderales y, ojo, en volver a la Luna. Aquí es donde ya quedé patidifuso bajo el edredón y pensé en no levantarme en todo el día. Lo de la Luna sí que es un misterio. Lo de volver a ella, más. ¿Para qué, NASA, después de 51 años desde el Apolo XI?

El nombre de la nave tampoco se entiende: Resiliencia. Es un término gaseoso: vibra y epata, se mueve por todos lados, pero no dice mucho que no dijeran otras palabras. He querido saber, y la etimología del palabro es interesante: significa saltar hacia atrás. No es una mezcla de resistir y tener paciencia, como pudiera uno aventurar. Es volver a la normalidad anterior a una desgracia. Vuelvo al pasado, no me gusta mi futuro. Por eso no se comprende bien que una nave espacial se llame Resiliencia, salvo que sea para llevar a los Imsersos del mundo a la Luna, que allí no habrá coronavirus ni puede contagiarse como en Marina D'Or. Por cierto, el plan de recuperación confeccionado por el Gobierno de España para después del Covid-19 -Dios mediante- no pierde la habitual cosmética al uso, y se llama Plan de Reconstrucción, Transformación y Resiliencia. Es el lírico "Sangre, sudor y lágrimas" de Churchill, pero recalentado en el microondas de la corrección política.

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