el medio centro

Carlos Izquierdo /

El fantasma del 'Charro' Moreno

El descenso de River Plate sólo es un simple reflejo de la creciente decadencia del fútbol argentino

NADA más consumarse el descenso de River a la B, el teléfono móvil atronó con el mensaje de un buen amigo con la mitad de su sangre argentina: "River ha descendido. El fantasma del Charro Moreno les perseguirá toda la vida". Prácticamente en el mismo momento que llegaba ese mensaje, el Beto Alonso era evacuado del Monumental debido a una complicación cardiaca.

El Beto fue una de las piezas claves del gran River de los 70 y de los 80, aquel que se coronó con la Copa Intercontinental del 86. El Charro fue uno de los integrantes de La Máquina, el mejor equipo que haya visto Argentina y uno de los más grandes de toda la historia del fútbol. Sólo cabe decir que un tipo que hoy cumple 85 años y que lleva toda la semana con el alma en un grito, un tal Alfredo Di Stéfano, era suplente de aquellos Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Palabras mayores.

Nombres, mitos y leyendas tirados al barro por los responsables de una institución que en los últimos diez años ha culminado su nefasta gestión de haber obtenido 240 millones de euros en traspasos con el descenso a la B. Ni que decir tiene que ese dinero no llegó al club, sino que se quedó en muchos bolsillos ajenos a la desesperación de media Argentina y de gran parte del mundo. El problema es que River no está solo. El fútbol argentino anda en proceso de demolición sin presente ni futuro. Sólo uno de los seleccionados para la Copa América, el portero Carrizo, juega en Argentina, precisamente en River. Los dirigentes de los clubes tratan a los jugadores como ganado, los exprimen y los venden para sacar beneficio antes de cumplir los 20, sin formación ni madurez. Los estadios se caen de viejos y los delincuentes de la grada han tomado el poder. De camino a la B, por la banda roja que cruza la camiseta millonaria se desangra el fútbol argentino. Es verdad. El fantasma del Charro Moreno les perseguirá toda la vida. Y toda la muerte.

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