Las propuestas de Vox para abrir la negociación en Andalucía produjeron un tremendo terremoto, que quizá, por un efecto rebote, precipitó el acuerdo. Se hizo mucha sangre mediática de la propuesta de cambiar el día de la fiesta de Andalucía. Concurrieron varios factores para tan mala recepción. Los nervios, para empezar, de los que anhelaban que se produjese el cambio político y los nervios, también, de los que no lo anhelaban nada. No ayudó que en la propuesta fuese cerrada una fecha alternativa, el 2 de enero, la Toma de Granada, ni que ésta viniese adornada de cierta grandilocuencia retórica, mentando la Reconquista. Una negociación política entre dos partidos no era el mejor momento de cambiar una fiesta de todos.

Pero aquello pasó y ahora, que estamos celebrando el 28-F tan contentos, se dan las condiciones para sopesar aquella propuesta a fondo. Este día, en realidad, sólo celebramos que se votó y aprobó el Estatuto. Resulta coherente que a un partido anti autonomista como Vox no le pirre. Tampoco gustó en su día a los regionalistas y nacionalistas andaluces. Lógico, porque transmite la impresión de que Andalucía nació hace 38 años y que no es una realidad milenaria prexistente.

¿No tenemos en nuestra historia efemérides con más empaque? Desde luego. La propuesta de Vox del día en que Andalucía se unió a la Corona resulta pinturera, constitucional y un guiño merecido a Granada. Otro día excelente es el 3 de agosto, efeméride del viaje del Descubrimiento de América, por si queremos darnos aires más hispanoamericanos: Andalucía, la orilla de las tres carabelas. O el 6 de septiembre, fin de la primera vuelta al mundo, rematada en Sanlúcar, si nos va el globalismo. O ponernos gibelinos, y celebrar el trono imperial de Trajano el 27 de enero. Incluso si Vox hubiese querido dar un toque euroescéptico y un pellizco de monja a Manuel Valls, podría haber escogido el 20 de julio por la batalla de Bailén.

Encima, aquel 28 de febrero, como no se cumplieron todos los requisitos legales en Almería, hubo que mirar hacia otro lado. Desde el estricto positivismo, el 28-F se celebra un chapú, lo que no viene bien a la imagen de la comunidad autónoma. Eso sí, ese día Andalucía se plantó en jarras contra las diferencias entre españoles a cuenta de las comunidades llamadas históricas. Ese mérito del 28-F es indiscutible y, teniendo en cuenta cómo están las cosas, muy actual.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios