las dos orillas

José Joaquín León

El fin de la política

HOY es el día del Trabajo, con las manifestaciones de los sindicatos, reivindicación a cuyo carro se suben algunos que nos han puesto así. Hoy es San José Obrero, día que viene en rojo en el calendario de la Conferencia Episcopal, no se olvide. O el día de San José Artesano, según los gobernantes fachas de antes, que en tal día como hoy organizaban unas fiestas muy lucidas en el estadio Santiago Bernabéu, precisamente, donde no permiten ahora que los vascos del Athletic y los catalanes del Barça jueguen la final de la Copa del Rey de España. Hoy es un día tan importante que ni siquiera se les ha ocurrido pasar el festivo al lunes para ahorrar, siendo el único acuerdo que consiguieron los empresarios y los sindicatos después de dos años de negociación para la reforma laboral. Hoy los tiempos cambian que son una barbaridad. El trabajo ya no es un derecho, sino un milagro. Quien tiene un trabajo dice como en el final de la misa del tiempo de la Pascua: "¡Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya!". No en vano es una fiesta religiosa en rojo, o una fiesta roja santificada.

Entre milagros y milagros de todo tipo, entre los 5,6 millones de personas que han declarado estar parados en la EPA (y que no todos son imputables a la reforma laboral de Rajoy, sino que la mayoría absoluta viene del otro), resulta que no nos damos cuenta de lo más importante: estamos llegando al fin de la política (con p minúscula). Puede que al fin de los tiempos mayas, al fin del mundo, a la víspera del Juicio Final, pero con seguridad al fin de la política. Se nota porque la política minúscula ya no le importa un pepino a nadie. Cuando se habla o se escribe del Gobierno andaluz que va a formar Griñán, ¿hay alguien a quien le importe ni mucho ni poco los elegidos por don Pepe entre los suyos del PSOE, o los bastones de IU para soportarlos en San Telmo? Con excepción de los propios interesados y sus familiares, probablemente a nadie.

La gente sólo habla de fútbol, que es el opio del pueblo trabajador del 1 de mayo marxista. Hablan de que Messi y Cristiano Ronaldo fallaron el penalti del año cuando más dolía. Y también se habla, y mucho, de economía doméstica, que es el sucedáneo esdrújulo de la política minúscula. Hoy el político parece economista, como un broker en horas bajas. Y todo el mundo parece economista, incluso los propios economistas. Todo el mundo hace diagnósticos, sin saber a dónde vamos, ni cuándo ni cómo saldremos de la crisis. Nadie sabe nada de Economía mayúscula, pero todos opinan. De Guindos hacía eso y llegó a ministro.

¿Esto es el crepúsculo de las ideologías, que dijo aquel? Sería el fin de los filósofos, como Guardiola y Mou, que se baten en retirada. De momento, sólo tiene futuro el tiempo de los milagros.

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