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rafael / sánchez Saus

La fórmula Caltech

EN la universidad española hay muchos más sabios y avisados de lo que se suele imaginar, así que es probable que seamos pocos los que lo ignorábamos todo del California Institute of Technology (Caltech), un centro privado de enseñanza superior que en los últimos tiempos se ha encaramado al primer puesto en alguna de las clasificaciones más fiables que se publican, por delante del tan afamado MIT o de las no menos legendarias Harvard, Stanford, Oxford o Cambridge.

El Caltech es en realidad una pequeña universidad de apenas dos mil alumnos y sólo seis departamentos: Biología, Ingeniería Química, Ciencias Aplicadas, Geología, Matemáticas y Física, y Ciencias Sociales y Humanidades. Eso sí, de sus aulas han salido 34 Premios Nobel. Según el reportaje de El Confidencial del que tomo estos datos, debido a Héctor G. Barnés, el secreto de su éxito es la exigente selección de alumnos, elegidos entre el 2% de los mejores estudiantes, los cuales pagan unos 37.000 euros de matrícula anual, si bien hay un 60% de becarios. No se permiten más de nueve alumnos por aula y la inmensa mayoría residen en el propio campus, a 18 km de Los Ángeles. La investigación, como no podía ser menos, es el otro puntal del Calterch, a la que dedica sumas, en relación con el tamaño del centro, que están a la vanguardia de los Estados Unidos.

Todo esto es posible, evidentemente, por su modelo de financiación. El Caltech depende de miles de donantes particulares, de fundaciones y empresas, así como de los fondos del gobierno, que hacen del Estado uno de sus principales benefactores. Y esto, precisamente, es lo que más me ha llamado la atención: que la sociedad y el gobierno norteamericanos estimen que pueden entregar hasta 144 millones de dólares en un año a un centro privado, elitista hasta el tuétano y que hace gala de prescindir de cualquier política de discriminación positiva en la selección de sus alumnos.

Me pregunto qué ocurriría en España si el Ministerio de Educación o un gobierno autónomo decidieran apoyar con fondos públicos a un centro privado regido por los principios de selección y exigencia que definen al Caltech. La respuesta se la dejo a cada uno de ustedes, ciudadanos de cuyos bolsillos salen los 6.000 millones de euros anuales necesarios para mantener el sistema universitario español. Sólo el público, por supuesto. Faltaría más.

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