Por la foto muere el presi

Medio mundo se parte el bazo con la foto del paseo de Pedro Sánchez, seguido de 8 guardaespaldas, 8

Como en la Universidad estudié Derecho y me dediqué a la poesía, tengo una debilidad doble por la justicia poética. Así que, mientras España arde por el noreste, yo no puedo dejar de pensar en que Pedro Sánchez, tan fotogénico y fotófilo, vaya a chafar su liderazgo por la imagen, precisamente. Por la foto muere quien, si fuese un pez, moriría por la boca. ¿No declaró solemnemente hace dos años que "Mis padres me enseñaron que lo más importante es sostener la palabra"; y luego ha venido lo de la tesis, lo de la sociedad instrumental de Duque, lo de que nunca pactaría con los independentistas y todo lo demás? Jo, con las lecciones paternas, cómo le calaron.

Pero eso no (le) importa demasiado. Ahora bien, medio mundo se sigue partiendo el bazo con la foto de su paseo neoyorkino por Times Square seguido de ocho guardaespaldas, ocho, como de película de serie B. Ha querido darse aires y darse un aire presidencial y le va a dar un aire. Hablando de aires, sale en una esquina ese colaborador suyo, que posaba de extra también en la foto del avión y que dicen que es muy listo, pero que tiene un aire al Fary. No contribuye al glamour.

La foto en sí es ridícula, tanto que el presidente se está salvando porque muchos creen que es un montaje. Pero si se la suma el precedente de la foto del avión con las gafas y la de las manos y la movida del helicóptero, el efecto es catastrófico. Ser muy fotogénico puede hundirte, porque te vienes arriba. La próxima foto será la definitiva. Sánchez va a seguir, asegura, con o sin el apoyo intermitente de Torra, con los votos evanescentes del PNV, con el infamante de Bildu, con las rectificaciones, con las contradicciones instrumentales, con todo. Lo letal va a ser la foto.

Si piensan que este artículo es una frivolidad, estoy conforme. No tiene la importancia del pulso nacionalista a la Constitución, ni el pulso que se le va apagando a la economía, ni nada. Pero pulsen en el ambiente y noten como las fotos le están haciendo un daño a Pedro Sánchez que ni Albert Rivera y Pablo Casado juntos.

La cultura de la imagen es una contracultura en este sentido contraproducente. Los flashes acaban deslumbrando, porque, como todos se ven estupendos (y Sánchez más que nadie), no dejan de fotografiarse sin cesar. La foto de Nueva York, a medio camino entre los X-Men y la portada de un LP de los años ochenta, ha dejado a Sánchez perfectamente retratado.

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