La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
agostados
LA sobreactuación es más común en la política que en el cine. Poco antes de que los estados esclavistas del Sur se constituyeran en Confederación, a Lincoln le propusieron invadir el Canadá para evitar la guerra civil, y apenas dos años antes, pero en España, Leopoldo O'Donell inició la pomposamente llamada Guerra de África después de que los moros hostigasen a la ciudad de Ceuta. Sólo llegó hasta Tetuán, aunque los leones de la casa de la soberanía popular provienen de la fundición de los cañones incautados al enemigo en tal conflicto continental que contó con alistamiento masivo y patriótico de carlistas vascos y navarros. Lo de Gibraltar es un clásico de la política española, como -mucho me temo- lo será Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda y parlamentario autonómico de IU por la vía de la CUT (no se molesten por el significado de las siglas). Gordillo y su profeta, Diego Cañamero, asaltaron dos supermercados para repartir alimentos entre los hambrientos, aunque Cáritas, bastantes ONG y el Estado social que ampara la Constitución ya daban de comer a los parados, pero el alcalde es así: sólo Mario Vaquerizo le gana en sobreactuación. Un día toma banco; otro, el AVE; al otro, se hace compi de Cayetano de Alba. Su acción reivindicativa se vino abajo cuando a la cajera del Mercadona le llegaron las primeras lágrimas de impotencia, pero Gordillo nutre su aura de regidor de un oasis comunista, un Xanadú construido con las ayudas que le saca a los consejeros de la Junta durante los plenos parlamentarias. El looby de Marinaleda más que el Robin Hood del que habla el Usa Today. Pero, claro, sabedores de que el 65% de los españoles consideran que la situación económica es ahora peor que hace un año, el comedido ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y estrellita Gallardón han emitido bandos en los que anuncian el procesamiento de los asaltantes. Un disparate; no que se les juzgue, sino su impostada solemnidad. Un gibraltarito. Griñán debería romper el Gobierno con la IU de Sánchez Gordillo, alientan los polemistas. ¡Pero si el de Marinaleda vota con el PP en la situaciones más graves para el Ejecutivo andaluz como el plan de ajuste! Ay, si Arenas hubiera sacado 54 escaños: Gordillo hubiese sido su as.
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