Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

Los golfos de San Telmo

Siendo un escándalo, vergonzoso y abyecto, no es lo peor. La miseria moral de todos esos altos cargos de la Junta de Andalucía que durante años saquearon los fondos de dinero público para dedicarlos a conseguir fines, muy alejados de aquellos a los que estaban destinados, como atender bochornosos intereses personales, ‘políticos’, o ‘de partido’; pagar juergas en todo tipo de burdeles –’oficiales’ y de los otros…-, pantagruélicas mariscadas, desmadres en los que la cocaína y sus familiares eran asiduos invitados; tejer una gran red clientelar, asegurándose extensos rebaños de votantes ‘agradecidos’, favores de pesebreros profesionales dependientes de sus ‘regalos’, o de ‘profesionales’ agradecidos, y sometidos, fieles transmisores de la voz de sus amos en prensa, radio o televisión; es –decía- una miseria desoladora, triste y rotunda. Hay una sentencia del alto tribunal andaluz con serias, unas, y ridículas, otras, condenas por todo tipo de golferías, desmanes y pillerías: nepotismo, prevaricación, malversación… Y, sin embargo, no es esto lo peor.

Lo peor -mucho peor- no es que haya gentuza de esta calaña, esto, por desgracia, forma parte de la condición humana –siempre ha habido basura, igual, semejante o más deleznable aún, y siempre la habrá-, la gran tragedia –lo peor- es que, una vez descubierta la iniquidad, una vez juzgados los hechos, emitida la sentencia y condenados los acusados, se intente minimizar la gravedad de lo sucedido, mirar hacia otro lado, o negar la apabullante gravedad de lo cometido.

Lo que hicieron, no tiene perdón. Es grave malversar, hacerlo con el dinero de los obreros, trabajadores, empleados, autónomos… gentes humildes que luchan, cada día, para pagar su hipoteca, el colegio de sus hijos, la luz de casa o la cesta de la compra… ciudadanos que dejamos, en impuestos directos o indirectos correspondientes a necesidades primarias, más de la mitad de lo que ganamos cada uno de los meses en los que nos cuesta mucho trabajo llegar al final… eso… ¡eso no tiene perdón!Nadie es responsable sino de lo que ha hecho; nadie puede evitar ser defraudado, engañado o traicionado, incluso por los más próximos, los más respetados o los más queridos, pero todos seremos responsables si, cuando los delincuentes caen, no hacemos lo que esté en nuestro mano para que se haga justicia, el castigo sea ejemplar y lo defraudado sea devuelto. Sin excusas.

Por todo esto, conocida la demoledora sentencia del penoso asunto de los ‘Expedientes de Regulación de Empleo’ –los famosos ‘EREs- fraudulentos’; visto quienes han sido los culpables y quien los responsables y quien los beneficiados –no todos aún-; sabedores de la caterva de canallas que nos han gobernado, desde uno u otro puesto, durante años; conscientes de que ex presidentes del Gobierno autonómico, ex consejeros, ex directores generales, ex altos funcionarios y una larga recua de indecentes individuos, sin principios ni conciencia ni ética ni vergüenza, han hecho lo que han hecho; tenemos –todos los que no somos como ellos, no importa partido ni afiliación ni ideología- la obligación moral de tratar, de verdad, de que esto no se repita, y, mientras tanto, que los responsables –cumplimiento de condenas aparte- devuelvan el dinero malversado, respondiendo con su patrimonio hasta el último céntimo.

Recurro pues, de nuevo, a las personas honestas, con vergüenza y principios, que siendo afiliados, simpatizantes o votantes del PSOE, depositaron su confianza y sus esperanzas, para lograr una España mejor y más justa para todos, en las personas equivocadas -nadie podía saberlo entonces, ahora lo sabemos todos, los que lo dicen y los que no-, que no miren para otro lado, que no quiten relevancia a lo ocurrido, que no nieguen la mayor, que no protejan –de ninguna de las maneras- a los delincuentes, y que tomen decisiones en consecuencia.

De lo contrario -como ya he escuchado decir a algunos ministros, secretarios regionales, alcaldes o altos cargos variados, serán cómplices, culpables por tanto, de los indecentes golfos que han ocupado el palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía, durante demasiado tiempo, casi una eternidad, me ha parecido.

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