Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

¡Qué gran sentido del humor!

El dúo Faemino y Cansado nos regaló impagables ratos de risa. Por ejemplo, cuando uno exclamaba, después de una gracia mal parida por su compañero, "¡qué gran sentido del humor!", alargando la sílaba final y con el soniquete de falsa sorpresa de un presentador de circo. Los Monty Python, Chiquito de la Calzada, aquel dúo madrileño, Tip y Coll o Eugenio forman parte de mi mejor vitrina del humor, de esos momentos -una sal de la vida- de espasmos abdominales y contorsiones provocadas por la risa. El humor negro o el blanco e infantil, el irónico y sarcástico, el guarroncete -tan socorrido- o el satírico nos hacen la existencia más agradable y llevadera, aunque sea a pequeños sorbos. Pero todo lo hermoso y bueno, sea la belleza, el amor, la amistad o la compasión, puede abrir la puerta a su cara oculta y podrida, y así podemos encontrarnos con un humor carroñero, casi de alimaña, que se permita hablar de broma de niños que están muriendo, y por si eso no fuera poco, hacerlo con pretensión de finura intelectual y libérrima creatividad; un tipo de humor que miles de carroñeros aplauden y difunden en la redes, dándose ellos, de paso, un brochazo de agudeza.

"He comido butifarra con alubias, y según pregunte el juez, la cosa saldrá por un lado u otro", dijo, divertidísimo ayer, Quim Torra. La butifarra amb mongetes es un plato catalán que, como la fabada asturiana, la cassoulett (de una parte de la Gran Cataluña aspirada, que llega desde el Midi francés hasta Murcia, islas aparte), el Irish breakfast o las latas azules de Heinz son acusadas internacionalmente de provocar flatulencias. El president regional que ha organizado una preguerra en la tierra más próspera de un Estado democrático (una de las únicas 20 "democracias plenas", atestiguan el Democracy Index y otros rankings) le soltaría al juez, según el aire de su pregunta, un cuesco o un regüeldo. ¡Qué gran sentido del humor! Oh, hallazgo: ayer martes, de esta lerda forma propia de quien se da las trazas de un acomplejado que encontró aceptación en el odio "al otro" -"ahí hay pandilla", se diría-, en una comparecencia judicial y acusado de ignorar los mandatos del Constitucional, descubrimos una modalidad de infrahumor: el nacionalaerofágico o pedorronacionalista. Nos abrió los ojos él -es fácil y asqueroso hacer gracia de abrir ojos y ojetes, ya ven-, que de una tacada se cachondeó de la Justicia e hizo patria, patria intestinal y oprimida por los gases, cuyos fieles le perdonarán todo lo que sea menospreciar al Estado. Qué golpe, Molt Honorable. Qué gran golpe, el de usted.

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