Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

El gritador, un gueto, Jerez, Larraondo…

Alfa: Alfa: Lo frontalmente contrario al análisis es la síntesis. Y, en idéntica derechura, la síntesis -o la simulación de ésta- exige un planteamiento cuanto menos discursivo de antemano. La opinión personal -por mucho que se engole o se imposte en tono de griterío- no comporta necesariamente el dogma de la verdad (tergiversada pro domo sua). ¿Asistimos a la era del gritador que gusta de escucharse a sí mismo -delante de un micrófono a su imagen y semejanza- como un demiurgo sabelotodo de la tertulia de turno? Hagan juego, señores, y acertarán (con pleno al quince). La hojarasca de la sociedad está criando nidos de vocinglería. Por lo común protagonizados por quienes se sienten infravalorados en su entorno local -siempre local (hete ahí el trauma oculto)- a tenor de una presupuesta valía quizá ficticiamente demasiado alargada. Como la sombra del ciprés de la novela de Miguel Delibes. El análisis precisa de cultura transversal, humildad del alma, objetividad de criterio y cierta serenidad interior. Cuando no se manejan datos -o no se posee capacidad intelectiva para ello o no se contrasta la versión de todas las partes- mejor será huir de la síntesis rimbombante. El gritador, además de hipócrita, suele poseer la abominable desolación de la cobardía no confesa. Fustiga siempre a distancia, por control remoto, y sobre el césped de la pachanguita casera. Algún día el gritador se dará cuenta que su egocentrismo es sólo un placer mercenario.

Beta: El amigo Alberto García Reyes -¡qué milagro del pan y los peces sus frases en papel prensa!- ha escrito un destacado periodístico -como un luminoso dinámico de su columna de ABC- que pudiera enmarcarse como aforismo sociológico andaluz: “El gran problema de Sevilla es la proliferación de guetos a los que no prestamos atención”. Cambie el lector el nombre de la capital hispalense por cualquier otra localidad de este sonrosado sur del Sur y el aserto sigue siendo un acierto. Y no se trata de un mero juego de palabras. En nuestros pueblos y en nuestras ciudades sureñas -y en nuestras ciudadelas con mentalidad pueblerina: que haberlas, haylas- surgen sociales movimientos menores -células de vida por interconexión y por libre asociación-que en efecto se sienten ignorados y, por ende, ofendidos. Hay que tener ojo avizor con los pulsos que comienzan a latir Jerez intramuros. No se trata de una labor de espionaje de falsilla, sino de conocimiento pleno de la dinámica humana en todas sus vertientes y sectores. Salvador Pániker escribió en su obra ‘Primer testamento’: “¿Hasta qué punto nos conocemos o nos desconocemos los unos a los otros?”. El desconocimiento sólo tiene su origen en dos de los males particulares y colectivos de nuestro siglo XXI: el pasotismo y el buenismo.

Gamma: MAV-Comunicación ha organizado de nuevo este año -y ya van doce consecutivos- la ‘Mesa redonda Balance de la Semana Santa’, convocatoria que se enmarca dentro de la programación cultural ‘Cultusema’. Si consideramos que la diversidad (de opiniones) garantiza el pluralismo del concepto de la objetividad, entonces el destacado cofrade de la Coronación Pedro Larraondo, que ejerció de moderador, obtuvo la más alta calificación posible. El desarrollo de la convocatoria satisfizo a la concurrencia. Digamos que se innovó el formato tradicional dando cabida, desde el inicio, a la participación de los asistentes, entre los que se encontraba una granada representación de cofrades de mucho peso del Jerez cofradiero. Por momentos la sede de la Ermita de San Telmo pareció un ágora ateniense de voces autorizadas de nuestra Semana Santa. ¡Cuánta falta hacen a tiempo presente! La experiencia de todos ellos es un trívium con olor a incienso. A las intervenciones de Juan M. Pina Morillo, José Manuel García Cordero, Ezequiel Simancas, Domingo Díaz y David Puerto se sumaron, aparte otras, las de Manuel Doña, Ángel Heredia, Antonio Aguilar, Fernando Fernández-Gao, Eusebio Castañeda, Jesús Lucena, Manuel Vázquez, Antonio Montoro, Fernando Romero, Manolo Campos… De lujo, ¿verdad que sí, Manolo Montenegro?

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