No soy muy dado a hablar de política. Prefiero la enogastronomía. Pero precisamente a ello también le afecta este asunto político. Concretamente a los bares y restaurantes de los aledaños de la calle Corredera y plaza Esteve.

Porque si no fueran poco los dos meses cerrados durante el confinamiento, ahora sufren la polémica de las obras en la céntrica calle Corredera. Y es que da verdadera pena pasar por el emblemático tabanco San Pablo y verlo completamente vacío. Y sin un alma en la calle. En gran parte provocado por la escasa circulación de personas debido a estas obras que – dicho sea de paso – se han llevado por delante años de historia del adoquín en Jerez.

Porque Patrimonio vela por la belleza del centro de la ciudad y por su imagen que atrae al turismo a conocer una de las ciudades más importantes de Andalucía y con un casco histórico digno de pasear. Bueno, si el Ayuntamiento se afanara por darle un lavado de cara al casco histórico dejando un poco a un lado la guerra del alquitrán, sin duda no ganaría Jerez. Porque los jerezanos –independientemente del color político– estamos hasta la coronilla del ‘y tú más’ cuando se estancan los problemas que nos afectan a todos por cabezonería. Cádiz conserva en este caso el adoquín y tiene dos carriles para que pasen los coches por sus calles.

Quizás esta es una buena solución a esta polémica. Pero haría bien el Ayuntamiento de Jerez en centrar toda su atención en embellecer las calles de Jerez, arreglando y lavando la cara al casco histórico que tantos años lleva abandonado. El que quiere, puede. Y por supuesto, solucionando la embarrada calle Corredera. Por el bien de los comercios, los bares, y los jerezanos en general.

Porque los jerezanos estamos hasta la coronilla de que no hagan nada por proteger el legado de nuestros ancestros, una ciudad histórica cuyo encanto se está perdiendo por la incompetencia de algunos.