¡Oh, Fabio!

Luis / Sánchez-Moliní

La herencia sueca

PODEMOS quiere hacer suyas las dos grandes aportaciones de Suecia a la civilización contemporánea: la socialdemocracia y el catálogo de Ikea. Son dos conceptos íntimamente ligados, ya que la conocida marca de muebles es el máximo exponente del interiorismo de las clases medias europeas, hijas, asimismo, de un Estado de bienestar que tuvo en Olof Palme, líder del Partido Socialdemócrata Sueco, a uno de sus principales valedores.

Pablo Iglesias sabe que a la Moncloa se llega a hombros de unas pacíficas clases medias que dependen de las prestaciones del Estado, sobre todo en sanidad y educación, para mantener un nivel y un estilo de vida que la crisis ha puesto en grave peligro. Por eso habla de una "nueva socialdemocracia", un concepto aún por explorar y colonizar, pero que tiene algo de magnético y salvífico. Desde hace ya tiempo, hay teóricos de la nueva izquierda que abogan por soltar definitivamente los lastres de la lucha de clases y otras pamplinas arcaizantes del marxismo para exigir el verdadero cumplimiento del mandato de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad. ¿Es ese el camino que ha decidido tomar Iglesias? Probablemente, pero todavía debe demostrar mucho al respecto. ¿Tiene esta reivindicación de la socialdemocracia mucho de cinismo electoralista? Desde luego, aunque no conocemos a ningún político que no practique el arte del travestismo ideológico si la ocasión lo requiere. Bueno, sí conocemos algunos: Blas Piñar, Ignacio Gallego... Hoy crecen malvas sobre su memoria.

¿Y lo de Ikea? La multinacional sueca ha sido la responsable de la gran transformación de los hogares españoles en las últimas dos décadas, interiores que dejaron de ser cuevas atestadas de muebles frailunos, cómodas de la abuela, fotos de la mili, muñecas de Marín y botellas de Ballantines para convertirse en espacios más sencillos y luminosos, llenos de color y confort nórdico. Lo del catálogo es, en definitiva, una metáfora de lo que quiere hacer Iglesias en la política nacional: arrumbar los polvorientos muebles del 78 para rediseñar definitivamente la España de las próximas décadas.

El problema es que, bajo la alfombra de su nueva casa, Iglesias guarda demasiadas pelusas de realidad: su alianza con los comunistas, el chavismo, los elogios a Otegi, su intención de subir los impuestos, Bódalo, la gestión de Kichi, su esnobismo leninista... ¿Es posible que las clases medias de sensibilidad socialdemócrata olviden estos tropezones? Por ahora lo está consiguiendo. Lean si no la encuesta que difundió ayer el CIS.

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