Jesús Benítez
David Gilmour, alma viva de Pink Floyd
DESDE LA CASTELLANA
CADA vez que he saludado a Pilar Sánchez, no más de tres veces en la vida, siempre lo ha hecho con afabilidad, cortesía y cierto cinismo. Esa era la impresión que a mí me daba y lo prueba el hecho de que siempre me amagaba con un "te voy a llamar" que nunca se produjo. Bueno, pensé, ella a lo suyo y yo a lo mío. No deben interferirse el campo de las ideas y de los criterios porque ella debe conservar su libertad de actuación lejos de las críticas y los periodistas debemos conservar cierto ánimo crítico y objetivo, lejos de afinidades y afiliaciones.
Pero lo que está ocurriendo en nuestro Ayuntamiento, acerca de los nombramientos y aumentos salariales correspondientes de don Juan Carlos Jiménez, a quien no tengo el gusto, roza terrenos tan delicados como son el de la honestidad, la honradez y la honorabilidad de un gobernante, elegido por los votos de los ciudadanos y que tiene, no sólo que dar cuenta de su gestión, que podrá resultar equivocada en algún momento, sino que esa gestión debe ser limpia, ejemplar y desprovista de aprovechamientos particulares.
Leo con atención que el Partido ha obligado a Sánchez a anular el aumento del último sueldo de su jefe de gabinete, que es el mencionado Juan Carlos Jiménez. Y a retrotraerlo a su sueldo anterior. También leo cómo la alcaldesa aclaraba, con cierta desvergüenza, que unas horas antes el mencionado había renunciado a su aumento. O sea, ya no cobraría los 68.000 euros anuales, sino que se quedaba en los 55.000 euros que venía cobrando. Y no en los 30.000 que tenía hace poco tiempo, cuando ejercía como 'segurata' de doña Pilar.
Casto Sánchez, segundo de la Alcaldía, ha intervenido en defensa de los pasos de doña Pilar, como también lo ha hecho un tal Jiménez Gutiérrez, director general de Bienestar Social -el bienestar social de Juan Carlos Jiménez, claro-. Y lo han hecho en los términos en que la oposición ha atacado: las cifras, los aumentos, los sueldos de los asesores de la Alcaldía, si antes se gastaba más y ahora menos, la congelación de los sueldos de los altos cargos como ejemplo de austeridad, y un sinfín de argumentos en pro y en contra de los dineros del señor jefe de Gabinete. La alcaldesa se defiende acusando de "vil y cobarde" estos ataques y se ven por todos lados las intrigas internas de los socialistas locales.
Yo creo que no es ésta la cuestión de fondo. No tengo ni idea de cuál debe ser el sueldo correspondiente a tan altas responsabilidades, como ser 'segurata' de la Alcaldesa, jefe de Protocolo o Jefe de Gabinete. Y también me declaro absolutamente ajeno a la vida personal y privada que lleve nuestra alcaldesa, porque no es asunto ni público ni mío el meterme en estos berenjenales. Pero cuando el propio Partido Socialista impone a la Alcaldía una 'rebajita' de los emolumentos del Jefe de Gabinete es que el ruido del río se hace ensordecedor. Y esto, que a mí me importa un absoluto bledo y que mantengo que doña Pilar puede hacer de su capa un sayo, no es de recibo cuando se mezcla en la 'cosa pública'.
Este señor debe dimitir. O mejor y más honesto: doña Pilar debe cesarle de todo cargo público que roce a la Alcaldía.
También te puede interesar
Jesús Benítez
David Gilmour, alma viva de Pink Floyd
En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
La esquina
José Aguilar
Que Sánchez mueva el culo
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Política de proximidad
Lo último