ESTÁ bien que la Junta haya devuelto el horario de 35 horas semanales a los empleados de la Administración Pública. Pero me pregunto si eso no supone un agravio bastante humillante para los trabajadores del sector público. Porque los empleados públicos tienen el trabajo asegurado y suelen ganar sueldos un poco más decentes -o incluso mucho más decentes- que los que se perciben en el sector privado. Y poquísimas empresas privadas estarían en condiciones de dar ahora mismo a sus empleados un horario de 35 horas. Si acaso, todo lo contrario: es decir, trabajar 40, o 45, o 50 horas, pero sólo cobrando el equivalente a 35, o incluso muchas menos. Quien tenga familiares o amigos trabajando en el sector privado sabrá de qué hablo.

En realidad, el viejo mito de las dos Españas -que por desgracia todavía sigue en pie- también tiene su reflejo en esas dos Españas que trabajan para la Administración o bien trabajan para el sector privado. Una España tiene convenios, sindicatos, estabilidad laboral, pagas extra, beneficios sociales; la otra España tiene precariedad, amenazas veladas -o explícitas- de despido, inestabilidad, horas extras, salarios decrecientes y pésimas condiciones generales de trabajo. La una es reivindicativa y gritona y se manifiesta a menudo en la calle -todas las mareas podemitas están formadas por empleados públicos-, pero la otra es cautelosa y no suele abrir la boca para decir ni mu, porque además sabe que no le va a servir de nada. Incluso me atrevería a decir que una -la que tiene el trabajo asegurado- es anticapitalista e izquierdista, mientras que la otra, la que tiene que salir todos los días a buscarse las habichuelas, es más bien conservadora y escéptica. ¿Quién ha oído hablar de una huelga de cajeras de supermercado? ¿O de autónomos? ¿O de empleados de comercio? ¿O de trabajadores de la construcción? No me hagan reír, por favor.

Por eso es tan difícil que en un país como España la gente quiera abrir un negocio o atreverse a trabajar por su cuenta. Por eso todo el mundo quiere pillar un trabajo en la Administración y esperar a que vengan tiempos mejores, que suelen ser los de la dorada jubilación. Y por eso hay tanto revolucionario de postín -todos con el sueldo garantizado de por vida- y tan poca gente que se atreva a arriesgar un poco. Las dos Españas, las eternas dos Españas, siguen ahí.

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