Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Un horror el estado policial para el fútbol

AMENAZA un tornado sobre el fútbol según se desprende de lo que se dictaminará desde las alturas más altas. Así empezaba diás atrás esta entrega periodística diaria y se han cumplido todas las expectativas. La muerte del delincuente fallecido en una pelea entre delincuentes ha provocado un estado social en el que se compatibiliza la puesta en libertad de Santi Potros con la implantación de un estado policial en el fútbol y su entorno.

Habitualmente, la costumbre en este país nuestro es levantar la casa por el tejado a la vez de poner a funcionar ese péndulo que nos lleva de Juanón a Juanillo casi sin darnos cuenta, sin apenas solución de continuidad. La desgracia del domingo a orillas del Manzanares ha convulsionado a ese buenismo que hace que asesinos consumados anden sueltos mientras que parezca que las cárceles sólo están hechas para los ladrones, bien sean de cuello blanco o con bata de cola.

Bueno, pues al fútbol va a caerle la del pulpo mediante la obligatoriedad de que el trabajo policial recaiga en los clubes. Mientras siguen cacareando los próceres, los clubes, que alentaron a esos delincuentes maquillados bajo el apelativo de simples ultras, van a tener que montar un dispositivo ímprobo para impedir cualquier incidencia. Para, por ejemplo, no perder la categoría no sólo van a tener que contar con un buen equipo, sino con un aparato policíaco enorme.

Echar toda la responsabilidad en cuanto al buen orden del espectáculo al propietario del recinto no es justo. Con el cainismo imperante, que el fracaso deportivo pueda ser la consecuencia de un desorden es darle al enemigo un armamento peligrosísimo. Si ya es injusta la clausura de un estadio por la estupidez de un descerebrado, la pérdida de puntos, no digamos la categoría, es darle argumentos sobrados al que, desde la impunidad, quiera hacerle daño a la causa ajena.

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