Se avecinan movilizaciones en defensa de una enseñanza pública, universal y de calidad. Yo me apunto a los tres calificativos del sustantivo. Faltaría más. Un pueblo no es rico porque tenga grandes reservas económicas, sino por la educación de sus ciudadanos. Respetar a los mayores, pedir por favor y dar las gracias se aprende en casa. En la escuela se adquieren habilidades y conocimientos, se educa en valores. Las manifestaciones convocadas por las Mareas Verdes, Sindicatos y AMPAS de progreso, lo son en contra del decreto de escolarización del gobierno andaluz; creen que favorece la desigualdad de clase, la segregación y el sostenimiento de la escuela católica. Ahí es nada. Asustado por la denuncia, leí el dichoso decreto. El crimen tan espantoso que se perpetra y justifica una huelga el próximo 4 de marzo, consiste en que se garantiza que en cada zona de escolarización haya al menos un colegio concertado para que, en relativa igualdad, cualquier padre pueda escoger-en uso de su derecho constitucional-, la enseñanza que quiere para sus hijos. No me digan que no es un crimen, dejar que los padres puedan elegir. Sus argumentos, desde el respeto, me dan un poco de vértigo. Para estar todo el día pontificando sobre la diversidad, los derechos ciudadanos y la libertad, proponen un modelo único de educación. Los que queremos la escuela católica, sea por el motivo que sea, aunque la escojan padres no creyentes, no nos la tenemos que pagar. Tenemos derecho a ella, así de simple. La concertada no viene de Marte, cumple la misma ley educativa y respeta el currículo de cualquier escuela. ¿Por qué este sectarismo? Convendría contrarrestarlo con otra Marea, del color que ustedes elijan, para defendernos de este ataque a la libertad de los padres. Los únicos que nos quieren segregar y arrinconar, son los de siempre.

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