CONTINUANDO con el comentario de la monografía sobre el convento de la Santísima Trinidad y la hermandad de la Humildad y Paciencia, hay que decir que para aproximarse a las construcciones previas que antecedieron al actual templo resultó necesaria la investigación en archivos como el Nacional de Madrid, así como el Diocesano y, muy especialmente, el Municipal, ambos, en Jerez. De este último tienen interés las peticiones de ayuda que hacen los frailes trinitarios al cabildo de la ciudad para diversas obras conventuales y que aparecen recogidas en la sección de Actas Capitulares.

Asimismo, han sido numerosas las consultas al fondo de Protocolos Notariales. En este sentido, en el libro son frecuentes las citas a las referencias documentales aportadas sobre este particular por José Jácome González y Jesús Antón Portillo en su importante serie de artículos publicados en la Revista de Historia de Jerez entre 2000 y 2002. Gracias a esta sustanciosa fuente se ha podido acceder de manera directa a una buena cantidad de escrituras cuyo contenido ha permitido ampliar una rica información hasta ahora dispersa e incompleta.

De este modo, sabemos que en 1571 se concede la licencia por parte del Arzobispado de Sevilla para poder construir el convento en su ubicación definitiva. Dos años más tarde la primera iglesia sería una realidad. Con todo, tal vez por su modestia, fue pronto sustituida por una nueva que la documentación nos informa que se estaba levantando ya en 1590. En 1599 la nave se había cubierto con una armadura de madera. Quedaban por levantar la capilla mayor o presbiterio, coro en alto a los pies y una serie de capillas abiertas en el lado derecho o de la epístola. De todo ello hay datos entre los años 1601 y 1626, apareciendo a cargo de los trabajos distintos maestros, como se verá en el próximo artículo.

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