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¿CÓMO era el templo de la Trinidad en el siglo XVII? La documentación da algunas respuestas pero se cuenta, sobre todo, con una valiosa fuente, hasta ahora desconocida por la historiografía local pero que ya dio a conocer en 2012 Porres Alonso en su monografía sobre los “Conventos trinitarios en España y Portugal”. Se trata de la “Historia de la provincia de Andalucía de trinitarios calzados” de fray Domingo López.

En la segunda redacción del manuscrito, fechado hacia 1715, aparece una descripción del convento jerezano y se detallan con cierta precisión las características y decoración de aquella iglesia a finales del Seiscientos o principios del Setecientos. El cronista de la orden asegura que tenía una única nave cubierta de madera y que contaba con capillas en el lado de la epístola y altares en el del evangelio.

Las capillas laterales fueron cinco. La primera era de Bartolomé Calderón. Le seguían la del Cristo de la Humildad y Paciencia, la de la Encarnación, la de la cofradía de San Antón y la que poseía entonces Diego López de Espino. A excepción de esta última, que se perdería en la reedificación que sufre el edificio en el siglo XVIII, el resto puede identificarse con diferentes tramos de la nave, hoy en parte compartimentada, que discurre paralela a la derecha de la actual construcción.

Aunque Pomar Rodil y Mariscal Rodríguez llamaron la atención sobre su existencia y origen, puede confirmarse ya su identificación con las capillas que consta que se levantaron en este sector entre 1613 y 1626. Lo confirma además el hecho de que la primera de las citadas, que ahora cumple función de sacristía, adorna su bóveda, oculta por un moderno techo de escayola, con el escudo de los Calderón.El propio López nos informa de la ruina de la iglesia en 1682. Será el punto de partida para una renovación casi integral.

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