En tránsito

eduardo / jordá

Si todos son iguales

Aquién voy a votar, si todos roban igual? Oigo la frase en el autobús, y la pronuncia una mujer que está conversando con otra en el asiento de enfrente. Por supuesto, me pongo a escuchar. Las dos mujeres, por lo que dicen, trabajan en algún puesto administrativo, tal vez en la Seguridad Social, y demuestran estar bien informadas. Son de clase media baja, la clase que paga impuestos y sufre recortes y va al trabajo en autobús, pero estas dos mujeres no son sectarias ni maniqueas ni parecen dejarse llevar por el resentimiento. No atribuyen la crisis ni a la "dictadura de los mercados", como los crédulos de izquierdas, ni tampoco al "despilfarro de Zapatero", como los crédulos de derechas. Por suerte, estas mujeres son inteligentes y saben que las causas de lo que está pasando son muy complejas. Y por suerte, saben que nada de lo que ocurre puede atribuirse de forma esquemática a un solo culpable.

Pero en lo que sí coinciden las dos mujeres es en la desconfianza insalvable hacia todos los partidos políticos. Todos, repito. Por lo que comentan, las dos están hartas de los sinvergüenzas engominados como Luis Bárcenas y sus amigos del PP, pero tampoco se fían mucho de la palabrería hueca de los partidos de izquierda. Ni siquiera los sindicatos salen bien parados, ya que estas dos mujeres, por lo que dicen, están convencidas de que los sindicalistas viven en un mundo irreal en el que el dinero público es una especie de chorro ilimitado de maná celestial. Y además, estas mujeres conocen los fraudes de las "bolsas de trabajo" que se han creado en muchas empresas públicas y donde se han ido colocando meticulosamente a familiares y amigos sin ninguna clase de control imparcial. O sea, que si unos roban de forma descarada, otros roban de forma más o menos lícita, pero en el fondo igual de vergonzosa.

Éste es el diagnóstico de la situación, y me temo que ahora mismo es un diagnóstico generalizado: ¿a quién votar, si todos roban igual? Puede que sea una opinión injusta, pero se ha instalado entre nosotros. Y de algún modo, todos sospechamos que los partidos se han convertido en agencias de colocación que se financian de forma irregular y que sólo se preocupan de blindar a sus dirigentes. Y de momento no salvamos a nadie, ni de derechas ni de izquierdas. Y visto el país en el que vivimos, con un presidente del Gobierno abúlico e incapaz, y encima acusado de cobrar sobresueldos, uno ya no sabe a quién debería votar, igual que la mujer del autobús.

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