Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Incómodos, ruidosos, caros, los adoquines se han convertido en unos habitantes molestos. Esto es así, al menos, para una parte de la sociedad jerezana que considera ya inútil este tipo de pavimentos y que anhela la llegada de la "Marea Negra" a todos los rincones de la ciudad. Una idea que ha terminado abrazando el actual gobierno municipal para el llamado "eje Corredera-Cerrón", una de las zonas más céntricas y una de las principales arterias que atraviesan el casco antiguo. Condicionantes como el menor costo económico y unos plazos de ejecución más cortos han sido decisivos para llegar a una actuación que se anuncia para el próximo verano y que, al parecer, cuenta con el respaldo de taxistas, así como comerciantes y vecinos de la zona pero que se ha hecho con dudosa legalidad a espaldas de la local Comisión de Patrimonio.

De nuevo, la identidad cultural de la ciudad histórica sucumbe a favor de los intereses de sus "dueños", los económicos de comerciantes y hosteleros y los preelectorales de los políticos, y pese a las no pocas quejas de las últimas semanas. Jerez, de hecho, viene renunciando, desde el desarrollismo de los 60 hasta la fecha, a proteger un paisaje urbano con un valor patrimonial en sí mismo. Si los entornos más inmediatos a los edificios monumentales han sido una y otra vez maltratados por construcciones, mobiliarios o arbolados inadecuados, poco a poco vamos acabando también con la estética de los viejos pavimentos de las calles donde se encuentran. En realidad, nunca hemos sido capaces de apreciar de verdad el concepto de "conjunto histórico", que tenemos desde 1982. Mientras desaparecen las cada vez más escasas losas de Tarifa, las áreas peatonales se cubren con solerías de escasa calidad, ahora el asfalto gana terreno. Y lo peor, se sienta además así un precedente peligroso e inquietante.

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