Ningún lunes en Jerez

Ya lo dijo Rilke: “Gloria al espíritu que puede juntarnos, pues en verdad vivimos en figuras”.
Ya lo dijo Rilke: “Gloria al espíritu que puede juntarnos, pues en verdad vivimos en figuras”.

09 de enero 2023 - 06:00

Igual que en la familia Madrigal ‘No se habla de Bruno’, así tampoco en Jerez hemos de comentar cada lunes de este ya omnipresente y esperanzador 2023 nada alusivo a cansancios físicos y psicológicos, pesimismos abiertos en agraz, pusilanimidades, agobios cetrinos, energías bajo cero, depredaciones del desánimo, vaguedad de la imaginación, predominio de la hiel sobre la miel, ferocidad de la indiferencia y cuasi nihilismo del ser. ¡No seamos frágiles por norma! ¡Ni quejicosos a la carta! La voluntad es -suele ser- quebradiza después de unas vacaciones largas como una travesía junto a Marco Polo para transcribir la Ruta de la Seda. Aunque la fiesta de la Navidad -que todos nos bebemos incluso haciendo gárgaras para nuestro coleto- nos parezca demasiado ancha -como anchas fueron las navegaciones de Magallanes-, tampoco es para quejarse en sus mismas postrimerías. Para mí tengo que se extiende en su justa medida -cualquier medición del tiempo es exigua para rebañarla en la fluyente convivencia familiar-.

¡Todo hay que disfrutarlo como si no hubiese un mañana! Mayormente cuando el milagro de los niños constituye el epicentro de esta valleinclanesca lámpara maravillosa de tus propios afanes. Decía Antonio Burgos que la Semana Santa es/son los padres. Pues asimismo las Navidades son los niños. ¿Verdad que sí, Vicente Prieto Bononato? ¿Verdad que sí padrino Búfalo José Luis López Vázquez que ya habitas con el padre Closas de la gran familia en la memoria televisiva de tantísimas generaciones de jerezanos? Escribió Caballero Bonald que “un decorado sirve para manchar la vida”. Así también todo lo contrario si acertamos a interpretar la validez vitalicia de nuestro domicilio decorado según el simbolismo del espíritu de la Navidad en nuestros tradicionales Nacimientos: válganos los versos de Rainer Maria Rilke: “Gloria al espíritu que puede juntarnos;/ pues en verdad vivimos en figuras./ Y avanzan a pasitos los relojes/ de nuestro día auténtico a la vera”.

El año que nace es un firme propósito de enmienda. Echémosles bemoles al almanaque. Y al despertador tempranero del primero de los seis que -según Romero San Juan- necesitó el Señor para trazar la arquitectura del mundo. Nadie comience a partir de ahora los lunes con la mirada gacha, la botella medio vacía y el habla a regañadientes. Nadie salude el inicio de la semana lanzando venablos por la boca, gruñendo por lo bajinis y colándose de rondón en los entreactos de la indolencia. Nadie se muestre, cada lunes, lacrimógeno por autocompasión sin causa. Nadie asuma el papel de Cenicienta en la primera parte del cuento. Nadie se minusvalore ni infravalore a los demás, al resto de los convecinos o compañeros de profesión. Nadie llame al trabajo curro sino, mejor, común proyecto en marcha. Nadie amanezca el lunes cariacontecido sino forzudo como Ben-Hur bogando en las galeras ante la arenga del almirante Quinto Arrio: “Remad y vivid”. Ya lo avistó en negro sobre blanco Antonio Machado: “Se hace camino al andar”. O Luis Eduardo Aute en sus ‘Poemigas’: “Si te faltan botones en la camisa… cósete los ojales”. O Henry Miller en ‘Cartas a Anaïs Nin: “Sigo escribiendo preliminares por el temor de no marchitar”. O Jaime Gil de Biedma en ‘Canción de aniversario’: “Porque hasta el tiempo (…) parece hoy partidario de la felicidad”.

Cada lunes, sí, finge poéticamente un comienzo. Alfa del telar de tu agenda de bolsillo. ¿Al alba sería? Sí, pero no quijotescamente. Kilómetro cero. Raquetazo de match point. Finisterre de tus horas no muertas. Lunes como pistoletazo de salida y como continuum de una existencia sin espejismos ni pintamonas ni matasuegras ni harapos de cartón mojado. Lunes, segunda oportunidad para mejorar, para progresar, para concatenar. “Conócete, acéptate, supérate”, San Agustín dixit. Otro lunes para describir una loa al vitalismo. Y al humanismo. Para sudar la compra de tu pan y tu libertad sin pisotear el empeine de terceros. Otro lunes para que trepas achiquen sus avaricias y atinen a observar de manera transversal (y no empinada mientras malean la guía no escrita del cómo encaramarse a la panoplia del poder). Otro lunes, sí, para trabajar a brazo partido. Para reír. Para amar.

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