Jerezanos bizarros de ayer y siempre

Manuel Romero Bejarano

La interpretación de los sueños (by Vander)

El sueño de Rafaela La Borracha. Fotografía de Eduardo Pereiras. El sueño de Rafaela La Borracha. Fotografía de Eduardo Pereiras.

El sueño de Rafaela La Borracha. Fotografía de Eduardo Pereiras.

Hace más o menos una década que se dio a conocer la trayectoria profesional del doctor Adrián Vander en Jerez. Enfermero colaborador en los abominables experimentos de Josef Mengele, logró huir del Proceso de Nuremberg y, tras numerosas peripecias, acabó abriendo en 1949 una bizarra consulta de psiquiatría en la calle Curtidores. Creador del Serenógeno y ferviente defensor de los baños vitales, fue autor de numerosos libros de medicina pulp que aún andan repartidos por miles de hogares españoles. De un tiempo a esta parte, su figura ha despertado mucho interés entre los estudiosos, tanto de la ciencia, como de muchos otros campos, en especial la Alemania nazi. De hecho, en breve verá la luz una voluminosa biografía del personaje escrita por Wayne Jamison.

El caso que hoy nos ocupa es, cuando menos, curioso, pues ha sido descubierto gracias a una tesis de historia de la fotografía presentada hace poco en la Universidad de Castelo Branco por la profesora Adelaida Patanisca de Sousa, a quien agradezco me haya dejado consultar su trabajo, aún inédito.

Parece que fue en una librería de viejo de Cádiz donde Vander descubrió la existencia de ‘La interpretación de los sueños’ de Sigmund Freud. Fascinado por las ideas del vienés, decidió ponerlas en práctica entre los enfermos jerezanos. Su idea era llevar a cabo una investigación en profundidad del fenómeno, pues deseaba el reconocimiento que, hasta el momento, le había negado el mundo académico.

La paciente piloto fue María del Rosario L. de C., viuda de Díez, quien padecía una profunda depresión a causa de la muerte de su marido. Tras largas sesiones de psicoanálisis, en las que la sufrida Rosario expuso más de 45 sueños, el doctor llegó a la conclusión de que su problema era que estaba enamorada de su doncella, por lo que todo se arreglaría si se fugaba con ella a la Argentina. El síncope le duró tres días a doña María del Rosario que, una vez recuperada, se encargó de contar a amigas y familiares la atrocidad que le había recetado el facultativo. Casualidad o no, también despidió a la doncella.

En poco tiempo la negra fama de la terapia se extendió por toda la ciudad y no quedó persona decente que quisiese someterse a ella. Pero Vander estaba empeñado, así que busco nuevos objetivos entre las clases más desfavorecidas de la sociedad local.

Con gran paciencia fue buscando a los más conocidos bolizas que pululaban por las calles, invitándoles a pasar por su consulta. En un principio todos le decían que sí, aunque rara vez aparecían. Así que, acordándose del perro de Pavlov, buscó un fuerte estímulo que provocase la respuesta deseada.

25 vasos de vino de medio tapón, servidos en el afamado Tabanco del Tocomocho, fueron la recompensa estipulada por cada sesión. Al momento, había cola a la puerta de Vander quien, en vista del éxito de la convocatoria, organizó un equipo de trabajo. La señorita María del Carmen, experimentada secretaria en Palomino & Vergara, fue contratada como taquígrafa para transcribir en el acto lo que referían los pacientes y el genial Eduardo Pereiras fue requerido para hacer montajes fotográficos con las escenas más impactantes generadas por los sueños boliziles. El doctor se encargaría del resto.

Fueron tres años de dura labor que concluyeron en 1970, con motivo de un Congreso Internacional de Psicoanálisis celebrado en París al que Vander acudió. Para tal evento, publicó un libro editado con mucho cuidado que contenía numerosas imágenes creadas por Pereiras, amén de las conclusiones de la investigación. Por el periódico ‘Le Monde’ de 19 de octubre del citado año sabemos que uno de los asistentes al congreso salió enfurecido de una de las sesiones al notar como el resto de sus colegas se estaban muriendo de risa con su exposición. Se pueden figurar quién era.

Volvamos a Jerez, tres años antes. A la llamada de los 25 vasos, el contubernio de bolizas se puso en pie y, con tal de obtener tan generosa ración de mollate, acudió a Vander a narrar sus sueños. Bueno, sus sueños o lo primero que le pasase por la cabeza, pues la mayor parte no recordaba nada después de dormir la borrachera y lo que hacía era contar el disparate más gordo que se le ocurría para calmar la sed de conocimiento del doctor y, ya de camino, obtener el premio. De ahí el cachondeo de París. Les pongo algunos ejemplos, recogidos en ‘El sueño jerezano. Una introducción al psicoanálisis en la Baja Andalucía’.

JOSÉ R. (vulgo, ROSIQUE): Soñé que estaba en La Parra, una mañana de primavera. El cielo estaba rojo y yo iba disfrazado de don Quijote. No me acompañaba Sancho Panza. De repente, un avión se dirigió hacia mí con la intención de establecer conmigo el coito anal (literalmente, el paciente dijo ‘darme por culo’) y yo corrí y corrí, hasta perderme en el campo. DIAGNÓSTICO: Se intuye una terrible experiencia sexual en la infancia del paciente.

RAFAELA O. (vulgo, RAFAELA LA BORRACHA): Soñé que tenía un dolor muy fuerte en el bajo vientre (puestos a ser rigurosos, la paciente usó la expresión ‘ahí abajo’) y de repente, parí. Pero no era un niño, sino un huevo gigante. Yo me puse a cuidarlo con mucho cariño y lo metí en la cuna. Más feo o más bonito, era mi hijo. DIAGNÓSTICO: La paciente tiene un ansia de maternidad aún no resuelta.

LORENZO J. (vulgo, LORENZO): Mama, mama, un bello sueño tuve ayer. Mama, mama, un gran soldado yo me vi. Iba en formación, con la mochila y mosquetón, y sobre el cielo tan azul de la mañana estaba el sol, como un amigo tras de mí (por raro que parezca, el paciente pronunció estas palabras en francés). DIAGNÓSTICO: El servicio militar de este paciente (en Fernando Poo) dejó graves secuelas en su subconsciente.

MARÍA A. (vulgo, MARÍA LA PAJILLERA): Voy andando por Jerez, por una calle muy larga que no conozco. No hay nadie, solo un perro que me sigue. Al final de la calle veo algo muy grande, y muy alargado. Cuando me acerco, descubro que es un pene (en realidad, la paciente utilizó el término ‘picha’) gigante. Tiene una puerta. Entro y me siento en un sillón. Aquí todo es muy bonito y agradable. No me gustaría moverme jamás. DIAGNÓSTICO: Síndrome de Electra acentuado.

A su regreso de Francia, Vander olvidó para siempre todo lo relacionado con el mundo onírico e incluso destruyó los 5 ejemplares que poseía de ‘El sueño jerezano’. Hoy, caprichos del destino, la obra es un objeto de culto codiciado por coleccionistas de todo el mundo. La lujosa edición, repleta de fotografías de gran calidad (técnica y artística), fue realizada en Gráficas del Exportador. Constó de 50 ejemplares, de los cuales 45 fueron repartidos entre los asistentes al congreso de París. En 2020 uno de ellos fue expuesto en la muestra ‘Surrealismo en Europa’, celebrada en la Tate Modern de Londres. Desde ese momento, el precio de estos libros se ha incrementado de manera exponencial. Sirva como ejemplo la última subasta celebrada en Sotheby’s, en la que un cliente anónimo ha comprado uno por 1.350.000 euros.

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