Jornada de la Infancia Misionera

Federico Mantaras Ruiz-Berdejo

Administrador diocesano de Asidonia-Jerez

Somos familia de Jesús

Es bonito meditar el nacimiento de Jesús en Belén y ver como Dios viene al mundo pobre, en un pesebre, envuelto en pañales, en una cueva de animales. Nuestro Dios prescinde de todas las cosas accesorias, pero no prescinde de un padre y una madre, porque crecer en una familia no es ningún lujo, sino algo necesario para que un niño como Jesús pueda ir creciendo en estatura, en sabiduría y en gracia.

En esta “Jornada de la Infancia Misionera” que celebramos hoy domingo, la Iglesia quiere que fijemos nuestra mirada en la vida que lleva Jesús en Nazaret. Es sorprendente que nuestro Dios entre en el mundo y dedique treinta años a llevar una vida oculta en un pueblecito desconocido, dedicándose al trabajo, a la convivencia y a la oración. Esto desmonta nuestras “eficacias” mundanas y nuestro afán por conseguir éxitos inmediatos. En Nazaret aprendemos que lo que cambia el mundo no son los logros aparentes, sino el trabajo de cada día hecho en la presencia de Dios, los pequeños sacrificios ofrecidos, las pequeñas oraciones que dirigimos al Cielo... Los fuegos artificiales son bonitos y brillan mucho, pero en seguida se apagan y se quedan en nada. Jesús, en Nazaret, nos enseña la importancia de lo cotidiano, de las cosas hechas con amor, de los gestos sencillos que no llaman la atención. Hay muchas pequeñas obras que parece que nadie aprecia, pero que agradan a Dios y benefician de forma misteriosa a muchos hermanos nuestros.

Cartel de la Jornada de la Infancia Misionera 2021. Cartel de la Jornada de la Infancia Misionera 2021.

Cartel de la Jornada de la Infancia Misionera 2021.

En la familia hemos de aprender, desde pequeñitos, que el mundo no se reduce a “los nuestros” y que la gracia de Dios, que recibimos el día de nuestro bautismo, nos permite a mayores y pequeños salir de nuestro egoísmo y hacernos misioneros entregados a los demás. Todos hemos de tomar conciencia de que en el mundo hay niños que no tienen una familia que les de cariño, algunos no tienen una casa que los proteja del frío, y muchos no tienen a nadie que les hable de Jesús. Ante este panorama ¿Qué podemos hacer los padres para ser verdaderos misioneros? Enseñar a nuestros hijos, con el ejemplo y la palabra, a amar a Dios que está presente en el que tiene hambre, en el que tiene sed o en el que está sólo y abandonado. ¿Y cómo pueden ser misioneros los hijos? Hablando de Jesús a aquellos niños que no lo conocen, rezando cada noche por los misioneros que llevan el Evangelio a los países más lejanos y entregando su dinero para ayudar a los que no tienen lo más necesario.

En el día de hoy pedimos al Señor que bendiga a la gran familia de la Iglesia y nos dé a todos un corazón misericordioso como el suyo, para que salgamos de nuestra existencia materialista, triste y egoísta y comencemos a vivir, junto a Él, la alegría de una vida llena de entrega y generosidad

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