Tomo el título de la magnífica película interpretada por Sophía Loren y Marcello Mastroianni, en la que la mayoría de la gente va por un lado de forma gregaria, en tanto los personajes encarnados por estos actores van por otro, más humano y personal. Es lo que siento muchas veces cuando veo la televisión o leo los periódicos. Tengo la sensación de que los medios de comunicación van por un lado y yo por otro, que estoy al margen de las tendencias que dominan la sociedad actual, me siento en muchas ocasiones desfasado.

Los titulares de los informativos televisivos comienzan de forma agresiva por casos de violencia de género, accidentes de automóvil, atracos a mano armada, locos que la emprenden a tiros contra personas indefensas en una estación de tren y cosas por el estilo. Sigue la información económica y hablan del aumento del paro, del cierre de empresas, del mal pronóstico económico para los próximos años y de la subida de las tarifas eléctricas y del butano. Un panorama desolador, aunque me consuela saber que lo hacen porque este tipo de información sube los índices de audiencia.

En mi vida cotidiana recibo otras sensaciones. Por las mañanas, de ocho a nueve, veo padres que van con sus hijos camino del colegio, niños en carrito hacia la guardería y abuelos que llevan a los nietos de la mano. Más tarde, en el consultorio médico, entro en contacto con pacientes que son atendidos por profesionales cumplidores, que son ayudados por familiares y, en muchas ocasiones, por vecinos o voluntarios que actúan de forma desinteresada. Cerca de mi casa veo colas de personas que se acercan a un convento para recibir bocadillos o alimentos imprescindibles para cocinar en casa. Al atardecer compruebo la paciencia de las madres mientras sus hijos pequeños juegan en la plaza pública y la ternura de sus miradas en tanto se tiran por el tobogán o se suben a un columpio. Tengo un amigo que recorre cada noche la ciudad, junto a varios jóvenes, para atender a los que duermen en la calle, darles alimento, facilitarles ropa de abrigo e intentar acogerles en algún sitio.

Sin duda es una jornada particular. No todo es así, es cierto, pero tampoco de la otra manera. El mundo no explota gracias a que esto existe, aunque ninguna de estas cosas ocupará los titulares de prensa. Será ir contracorriente, pero hay que desintoxicarse de tanta cólera y tanta agresividad.

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