Tribuna cofrade

Juan González

Cuaresma tiempo de reflexión

La Cuaresma es un periodo de preparación para la celebración de los grandes misterios de la fe cristiana como son la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Es un periodo de reflexión, penitencia y conversión. Este año se está viviendo una situación dramática para todo el orbe humano, con un fin incierto. Si bien el aspecto sanitario de la pandemia se solucionará antes o después, aunque dejará una estela de dolor por todas aquellas personas que quedarán en el camino, posteriormente tendremos que afrontar la crisis económica  más grande que haya vivido la humanidad, con unas consecuencias imprevisibles y que incrementará notablemente la ya inmensa bolsa de pobreza existente en el mundo.

Como dice el economista Vicenc Navarro en un artículo recientemente publicado, “el futuro será distinto. Estamos asistiendo al fin del neoliberalismo. El futuro que nos espera es la barbarie o el bien común”. No se pretende ser catastrofista sino realista y aún estamos a tiempo de revertir la situación que nos espera si no se toma a tiempo las medidas pertinentes. El futuro pasa por el presente. No voy a seguir con el análisis de la situación que ya hay muchos analistas de diferentes ramas académicas que lo está haciendo de una u otra forma, eso sí con poco optimismo.

He titulado esta columna “Cuaresma tiempo de reflexión” porque estos momentos que estamos viviendo nos exige como creyentes una profunda reflexión. Si la cuaresma es como un desierto, utilizando este término tan bíblico, este año tiene mucho más sentido, incluso no tenemos ni un oasis donde saciar la sed que tenemos de respuestas a todas las interrogantes que se nos plantean. Estamos en el momento de replantearnos muchas cuestiones tanto a nivel personal como de la sociedad. Lo primero que tenemos que reflexionar  es  sobre nuestro estilo de vida, planteándonos de que forma estamos contribuyendo a la implantación del Reino de Dios o del reino del neoliberalismo. Mucho me temo que a lo segundo. Estamos rindiendo pleitesía al consumismo, al individualismo, a todos aquellos “valores” que están en el polo opuesto del mensaje de Jesús. Lo cierto es que pasan todas las cuaresmas, advientos, semanas santas, pentecostés, etc, cada ciclo con sus peculiaridades y también se nos va pasando la vida sin vivirla, y que poco reflexionamos sobre nuestra existencia y nuestro compromiso como cristiano. El Papa Francisco ha dicho que tenemos que aprovechar este tiempo para construir y reconstruir la convivencia. No es una empresa fácil porque para reconstruir la convivencia hay que acabar con las grandes desigualdades existentes en la sociedad y que la pandemia ha contribuido a su visualización. Los datos son escalofriantes, cientos de persona, en nuestra misma ciudad están recurriendo a todos los servicios asistenciales ( Cáritas, servicios sociales, Obra Social San Juan Grande, grupos de voluntarios, etc ).

Luchar contra las desigualdades, que como cristianos estamos obligados, exige una reflexión seria para hacer un profundo cambio en nuestras vidas. Ahora en pleno fragor de la batalla sale lo mejor de nosotros. En momentos de catástrofes, mayores o menores, hemos sacado a relucir nuestra solidaridad, hecho que se está produciendo en esta pandemia. Pero pasa todo y cada uno a encerrarse en si mismo y en su estilo de vida. El compromiso del cristiano con los más pobres, los preferidos de Jesús, es un comportamiento que nos debe durar toda la vida.

En medio de tanta solidaridad, hay que mencionar la de un sacerdote italiano de 72 años, que contrajo el coronavirus, y al que su comunidad parroquial, era un hombre muy querido, le compró un respirador para que pudiera salir de su crítica situación. El religioso renunció a ponérselo a un paciente más joven. Por supuesto murió. Fue fiel al Maestro con la mayor prueba de amor que puede haber, que es dar la vida por los demás.

Para terminar recordar el capítulo 25 de Mateo : "Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo.Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.» . En esto se resumen el estilo de vida del cristiano.

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