La tentación es regodearse en el ínfimo nivel de nuestra política desde la superioridad ética de nuestra vida privada. Sería un error. Estar por encima de un Gobierno de España que pacta con los voceros de ETA es muy fácil: hay bastantes actividades delictivas con más nervio moral. Y, sobre todo, si no se combate la degradación de la propia sociedad, que es la que dejaremos a nuestros hijos, somos una parte del problema. Uno tiene el nivel de aquello que desprecia sin intentar remediar.

Tampoco hemos de callar porque, para criticar su pacto con Bildu, solamente haga falta reponer los discursos de los actuales líderes del PSOE calificándose preventivamente. Nunca les criticaremos nosotros tan contundentemente como lo hicieron ellos con sus no sé cuántos años de honradez y tal, pero seremos más sinceros.

Una tercera incitación al silencio es táctica. Si los afines al PSOE en el periodismo, en las redes y en la calle de golpr se callan y enseguida justifican lo que ayer les espantaba, quedaremos las voces de siempre criticando. ¿No se activará entonces el pensamiento binario y muchas personas de izquierdas se pondrán a defender sus colores sin ruborizarse, por instinto de oposición al equipo rival? Yo, por esto no me voy a privar, porque seguir defendiendo el último cambio de opinión de Sánchez que mañana será distinto o su nueva contrapromesa o su enésima rectificación, a estas alturas, no tiene arreglo.

Sólo hay razón verdadera por la que no cabe hacer aspavientos. No vale fingir sorpresa. Que nadie nos haga, por favor, un capitán Renault. Ya saben, el de la película Casablanca: "Qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega". Hemos visto como el PSOE, con el rodillo de la memoria histórica trataba de expulsar la conciliación de la vida española, guiñaba en cada votación a Bildu, hacía manitas con ERC, mandaba mensajes a los políticos presos, le bailaba el agua a Iglesias, etc. El filósofo Olavo de Carvalho nos recuerda que en el origen del pensamiento revolucionario está la duplicidad de lenguajes. El PSOE también organizó el GAL y eso deja un poso de poderosa complicidad subconsciente en la violencia y la ilegalidad, que quizá olvidamos (ebrios de actualidad rabiosa) cuando analizamos los últimos acontecimientos. Hoy por ti, mañana por mí. En fin, que jamás la sorpresa, sí el deber, es lo que nos hace volver a levantarnos de un salto frente a esto.

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