Seguro que en los últimos días ha escuchado hablar de Iván Redondo, el famoso consultor político artífice de la estrategia de comunicación que ha llevado a Pedro Sánchez a la Moncloa. La jugada de este joven asesor, aficionado al ajedrez, bien podría considerarse maestra, sobre todo, si se tiene en cuenta que, desde hace tiempo, esperaba, sin prisa, pero sin pausa, la primera sentencia de la trama Gürtel, con la que ha podido hacer su jaque mate a la Reina. Tras días de euforia, poco han tardado sus compañeros de partida en mover ficha para recordar a Sánchez quién le apoyó. La cadena humana en el País Vasco que unió, el pasado fin de semana, a nacionalistas e independentistas catalanes en la defensa del derecho a la autodeterminación, con personajes de toda índole y mensajes muy directos al líder socialista, puede ser considerada un auténtico polvorín. Dicen que en esta vida nada es gratis, que los favores se pagan y que las traiciones se vuelven en contra. De momento, la única certeza es que un buen estratega de la comunicación le ha brindado la oportunidad de gobernar con la ayuda de los que no quieren a España y que estos partidos andan muy enfadados por nombrar a un Gobierno que no les ha gustado nada con personas como Borrell o Grande-Marlasca. Po eso, ahora más que nunca, Sánchez debe demostrar su sentido de Estado. El nuevo presidente tiene la responsabilidad de mantenerse firme en la defensa de la integridad territorial del país porque así se lo debe a los españoles y a un equipo de Gobierno que confió en él en plena tempestad. De la misma manera, los nuevos ministros tampoco deben olvidar los mensajes que, a través de sus personas, se han querido proyectar a una sociedad que no está para experimentos políticos -tome nota señora Batet, no vaya a ser que el señor Borrell diga adiós y entonces sí que se le va a abrir un frente al presidente-. De nada servirá contar con el mejor estratega si se hacen concesiones. Los españoles nos jugamos mucho y no precisamente en una partida de Ajedrez. Dialogo sí, pero antes el señor Torra debe mostrar con hechos que la unidad de España no está en peligro.

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