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Tribuna Cofrade

Julio Martín

Miércoles Santo de escaparate

Me piden desde el Diario de Jerez que vuelva a escribir un ‘articulito’ en estos días grandes de Semana Santa. Días grandes para un opinador tan pequeño y anónimo como yo. Y si grande son todos los días, permítanme que hoy reivindique la jornada del Miércoles Santo como una de las que más.

Jornada en la que el escaparate cofrade siempre muestra el gusto de cada ‘capillita’. Si a uno le van los barcos y los barrios, ahí tiene al Soberano Poder que es una delicia verlo entrar en la Carrera Oficial. Si por el contrario uno es del gusto de algo más místico y clásico, nada más que tiene que mirar al Consuelo que este año no será ni del Pelirón ni de las Hermanas de Santa Ángela ¿Hay cofrades que les gustan los barrios históricos? No pasa nada. Para eso está Santa Marta y las Tres Caídas. Patrocinio y el Traslado al Santo Sepulcro en una cofradía que cada año reivindica su barrio de San Mateo y las Tres Caídas, devoción a raudales por su Señor junto a la Señora de los Dolores que es una delicia.

¿Todavía queda algún cofrade disconforme? ¿Acaso no tiene bastante con este plantel de cofradías? No se preocupe. Sacamos una nueva oferta. Clásica donde las haya y elegante también. La Amargura es fina como la madreperla y va precedida por ese conjunto escultórico que tallara Ramón Chaveli junto al Señor de la Sagrada Flagelación. Un barco impresionante andando siempre de forma clásica. Y también un paso que da cosquis desde que te asomas por dentro y ves la mala uva que tuvo Ovando al colocar las viguetas de madera en la estructura del canasto. En definitiva, una maravilla.

Todavía puede que quede algún cofrade que no ha encontrado la horma de su zapato —y hablando de zapatos, vaya desgaste que se han ahorrado este año estos complementos tan necesarios en Semana Santa—. Pues quizá queda la mejor guinda para este gran pastel cofradiero como es el Miércoles Santo. El Prendimiento ¿He dicho algo? Santiago se viste de largo y sus gitanos se ponen las mejores galas para ver a su Señor del Prendimiento. Quintaesencia que podrán discutir si lo talló Camacho Mendoza, Ignacio López o ‘La Roldana’, pero lo que a nadie le cabe la menor duda es que no parece obra humana. Su rostro es un crisantemo y su pecho un rosal florido. Prendimiento que es cosa aparte y que va junto con uno de los palios más importantes de los que salen en Jerez. Cubre el rostro de la Señora del Desamparo. Fetén para rematar esta gran jornada de Semana Santa en Jerez.

Sin embargo, déjenme que les diga que debemos todos de bajar de la nube. Y llegar a la realidad de este 2020. Ni tendremos hoy al Soberano Poder por la avenida de Europa. Ni tampoco al Consuelo desde San Miguel ni desde el Pelirón ni desde las Hermanas de Santa Ángela, como dije anteriormente. No tendremos barrio histórico con Santa Marta ni con las Tres Caídas. Ni las devotas del Señor podrán seguirle descalzas y hablando de sus cosas como siempre hacen cada tarde noche el Miércoles Santo. La Amargura, un año más, se quedará en Los Descalzos. Y Martín tendrá que plantearse si debería de dejar este palio a tenor de estar nombrado hace dos años capataz de la Señora y aún no ha tocado martillo. Ni tampoco estará Juan Montero en el llamador del Prendimiento después de tanta diatriba.

Todo se nos evaporó como un soplo y se nos ha ido hasta el año que viene. Un Miércoles Santo de tono alto. Magnífica jornada de Semana Santa. Día grande en la ciudad para un opinador pequeño como yo al cual cada año le piden que escriba un 'articulito'. Yo; que vivo en mi anonimato. Me veo diminuto.

Solo me queda decir que un año pasa en menos que se persigna un cura loco. Y que dentro de nada estaremos de nuevo en los previos de la Cuaresma. Seguramente con el virus. Sí. Ese bendito virus de los cofrades, que del otro no quiero escribir. Y todo volverá a ser como nunca debió de desaparecer aunque fuese por un año. Así que os mando ánimo a todos los cofrades. Que esto, está ya aquí. Parece que estoy escuchando a Tacho decir eso de que “esto se nos ha ido ya”. Pues eso. No queda ‘ná’ para volver de nuevo y con más fuerzas.

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