Carta

José / Mazuelos / Pérez

No hay justicia sin igualdad

A LOS sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y a todos los fieles,

Manos Unidas inicia su Campaña LIV con el lema: 'No hay justicia sin igualdad' centrándose en el firme reconocimiento de la igual dignidad de mujeres y hombres, promoviendo la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer (ODM nº3).

Esta asociación de la Iglesia Católica inspirada en el Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia lucha para erradicar el hambre y la pobreza en el mundo. El hambre es un mal que no puede ser querido por Dios y por tanto, estamos convencidos de que con su ayuda y la fuerza del amor humano se puede erradicar. Es esta la intención y la razón de ser de la campaña de Manos Unidas, la campaña de amor a los más necesitados. Para conseguir su objetivo actúa a través de dos líneas de trabajo: financiar proyectos de desarrollo no sólo para remediar el hambre de hoy en los países del tercer mundo, sino para que mañana sea el mismo hombre quien pueda ayudar con su trabajo a los suyos y a los que están más necesitados que él. Y mediante la sensibilización de la sociedad para sentir hambre de Dios, para ser solidarios con los más necesitados y sentir el deseo eficaz de justicia, y animar a trabajar para conseguir un mundo más justo y humano.

Este año abordamos el tema de la igualdad y la justicia en la mujer en tantos lugares del mundo donde no sólo sufre la pobreza, sino la discriminación y la desigualdad que genera el analfabetismo donde las dos terceras partes de los cerca de mil millones de personas que no saben leer, son mujeres; o bien como consecuencia del abuso sexual y tráfico de mujeres y niñas; o la dificultad para acceder a los recursos naturales y al crédito.

Recordemos las palabras de Benedicto XVI en su viaje apostólico a Angola en el año 2009: denunció que la familia está sometida a muchas presiones: angustia y humillación causada por la pobreza, el desempleo, la enfermedad y el exilio… Es particularmente inquietante el yugo de la discriminación sobre mujeres y niñas, por no hablar de la práctica incalificable de la violencia y explotación sexual, que provoca tantas humillaciones y traumas. También el Santo Padre manifestó su preocupación por las políticas que promueven el aborto como una cura de la salud "materna".

Pues bien ante esta realidad es necesario seguir trabajando por la justicia y la igualdad de todas las personas independientemente de raza o sexo. Todos los seres humanos son iguales por naturaleza. Los derechos que les vienen del simple hecho de ser personas humanas son iguales para todos: derecho a la vida, a la honra, a condiciones de existencia suficientes, al trabajo y, pues, a la propiedad, a la constitución de una familia, y sobre todo al conocimiento y práctica de la verdadera religión, según sus convicciones. Y las desigualdades que atenten contra esos derechos son contrarias al orden de la Providencia. A su vez también es necesario no olvidar la injusticia que conlleva la tan propagada ideología de género donde en nombre de la justicia se elimina la dignidad y la justicia del "nasciturus" o impone una masculinización de la mujer, contraria a su sensibilidad más profunda.

Ante este reto quiero invitar a todas las parroquias, movimientos, asociaciones y comunidades cristianas de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, a participar en esta campaña que celebra Manos Unidas. Os animo a uniros a ese gesto significativo del 'Día del Ayuno Voluntario' que se celebrará el viernes 8 de febrero, y a ofrecer una generosa aportación económica tanto en las colectas de las Misas del próximo Domingo, 10 de febrero, como en las mesas petitorias en las calles de la ciudad. No podemos olvidar que no sólo de pan vive el hombre de ahí que la campaña no puede quedarse en un donativo, una limosna, sino en sentir el deseo eficaz de justicia, apoyando con nuestra oración y nuestras fuerzas todas aquellas causas que trabajan por conseguir justicia e igualdad de todos los seres humanos.

Por último, deseo enviar un mensaje de felicitación y estímulo a los numerosos asociados y colaboradores que, inspirados por su conciencia cristiana, están comprometidos con Manos Unidas.

Con mi cordial saludo y bendición.

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