Las antiguas naves de Ramos Catalina son un buen ejemplo del paso del tiempo, de la pérdida de industria en la ciudad, de la recuperación del sector inmobiliario y de cómo el ladrillo le gana a la madera. Los suelos, con una superficie de unos 23.000 metros cuadrados, son ahora propiedad de un grupo promotor de la localidad sevillana de El Cuervo, que ha acabado con el derribo de las naves para iniciar la urbanización de la parcela, donde se contempla la construcción de unas 180 viviendas.

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