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La tribuna

francisco Morilla Gordillo

Los límites actuales de algunos saberes

TODO saber sobre algo es siempre limitado y lleva consigo el error, y obliga a su continua revisión así como de su base conceptual. Pero si el objeto estudiado por las ciencias no cambia, por el contrario, una sociedad cambia sin cesar y es el objeto de estudio más complejo posible, por lo que en algunos saberes sobre ella se percibe hoy impotencia ante la dinámica tan imprevisible y compleja del sistema mundial. Así ocurre con el discurso de la economía, de la sociología de lo cotidiano y de los movimientos culturales, de las modas,...Y por haberse siempre basado en saberes limitados, las actuaciones institucionales para resolver problemas sociales generaban cambios en ellos pero surgían en paralelo efectos imprevistos, o nuevos problemas, los cuales aparecían a medio o largo plazo. Así ha ocurrido también con los avances técnicos y económicos en las sociedades, y en los organismos vivos y en la naturaleza apareciendo a largo plazo el problema ecológico.

Es abundante la literatura sobre los efectos imprevistos surgidos en las sociedades desarrolladas durante el siglo XX. Pues se ha dominado la naturaleza atenuándose la escasez y la pobreza, se dispone de una amplísima oferta de bienes para satisfacer tantos deseos, hay abundante información y capacidad de comunicación, se han consolidado libertades y derechos,...

Pero frente a esos logros la economía que lo hizo posible sometió a la naturaleza destruyendo ecosistemas y apareciendo hoy la polución y la incertidumbre ecológica. Y la continua renovación de oferta-demanda con capacidad adquisitiva de bienes consumibles, a la vez que satisfacía necesidades y deseos del individuo, lo empujaba a una gratificación inmediata siempre deseosa de nuevos bienes. Y ha extendido un individuo consumidor, de rasgos narcisistas/ hedonistas, que en su libertad de elección busca parte de su afirmación y realización en la continua sustitución de bienes diferenciadores, y así tiende a replegarse sobre sí mismo y a inhibirse de lo que no le concierne directamente, sean ideas o compromisos comunitarios. Pues esa economía lúdica en la segunda mitad del siglo XX coincidía con la pérdida de fe en las ideologías de la primera modernidad que tanto esperaban de un futuro mejor, lo que iría extendiendo el desinterés por ideas o proyectos cuyo logro se alejara del presente y no concerniesen directamente. Una fracción del tiempo individual tendería a centrarse en el aquí y ahora, y por ello en muchos discursos filosófico-sociológicos de hoy aparecen expresiones como "cultura del ahora", "cultura de la urgencia", "tiranía del momento",…Y todo contribuyó a extender en las sociedades occidentales la gratificación consumista individual junto a la indiferencia a fines colectivos futuros.

Asimismo la información, tan importante en la sociedad, con su sobreabundancia actual, satura y desorienta al individuo, y no sirve para saber a dónde va éste mundo incontrolable con sus crisis económicas, aún disponiéndose de mayor información económica computable que nunca.

Y la cruzada liberal por lo privado-individual ha utilizado sin límite la idea de libertad en la iniciativa privada mediante la flexibilización-desregularización de los intercambios comerciales-culturales, las actividades financieras, la ubicación de empresas, la contratación laboral, la información en los medios,…dentro de un gigantesco sistema económico-político-cultural en donde nuevas potencias económicas han irrumpido en la economía mundial ensanchando ferozmente los mercados con la enorme capacidad de transacción que da el inmenso aumento en todo tipo de comunicaciones, pero con hambre, desigualdades y aumento continuo de población en las economías menos desarrolladas, con conflictos persistentes entre el Islam y Occidente,..y así vivimos una dinámica tan compleja y rápida en cambiar que hace aún más débiles y efímeros nuestros saberes, pues algunas manifestaciones incluso cambian antes de poder estudiarlas. Y ello genera impotencia en las disciplinas que buscan alternativas en un mundo tan imprevisible e incontrolable donde se impone la ley de los mercados y del azar sobre las instituciones nacionales o internacionales. El poder de lo público se ha debilitado ante la ley de los mercados, extendiendo impotencia e incertidumbre en los gobiernos y en la vida cotidiana, pues no se perciben soluciones ante el paro, las desigualdades, el terrorismo, el problema ecológico...Y al no existir un proyecto-guía global alternativo al anárquico capitalismo mundial surge indiferencia y escepticismo sociológico, siendo un escollo para ilusionar con proyectos parciales con fines colectivos en ámbitos delimitados.

Parece que, colectivamente, sólo reaccionamos tras el desastre y el miedo. La crisis de los treinta y el desastre de la 2ª Guerra Mundial, más el miedo a la opción comunista,0 obligó a reconsiderar lo anterior, pero hoy..¿hará falta algún desastre global para reaccionar?

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