Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Más luces, por favor

Una de las muchas imágenes tristes que se nos van a quedar grabadas de esta pandemia es la de las calles vacías en la ciudad, con negocios cerrados todo o durante gran parte del día. Días laborables o festivos, actividades paralizadas. A veces tan sólo la presencia, en momentos de una habitual gran actividad, de los servicios de limpieza y a veces ni eso. Algo a lo que cuesta acostumbrarnos (y el día que así sea, malo) en una tierra en la que vivir en la calle es parte de nuestra idiosincrasia.

En todos estos meses de pandemia se ha hecho muy difícil entenderlo y practicarlo, pero el objetivo ha conseguido que una gran mayoría lo haya aceptado como un mal que hay que aceptar, económica o socialmente.

Ahora llega el tiempo de la Navidad y aún se hace más difícil cumplir con las normas porque es un momento en el que no sólo nos relacionamos más sino que aprovechamos para reunirnos con las personas a las que no podemos ver el resto del año. Y en ese tiempo de la Navidad hay un elemento que nos une y nos hace celebrar, de alguna forma, el reencuentro. En Jerez, desde hace muchos años, esa Navidad está unida a algo tan simple y a la vez tan complejo como es la luz. Los días se hacen más cortos y las luces de las calles son las que los prolongan. Todavía con la incógnita del tiempo en el que podremos estar en las calles y plazas de nuestra ciudad, tenemos la certeza de que todo va a ser diferente en diciembre y los primeros días de enero. No queda otra. Si queremos salir de ésta, tenemos que reducir de alguna forma nuestra relación con los demás.

Ahora bien, de ahí a no hacer nada, va un mundo. Vale que no podamos estar todo el tiempo que quisiéramos en la calle, que no podamos viajar sin límite, que no pueda haber reuniones multitudinarias y que las zambombas en la calle y muchos locales sean un riesgo que hay que evitar. Pero que nuestras calles, las muchas o pocas horas que puedan estar abiertas, no tengan la luz que simboliza la Navidad, es algo que no nos podemos permitir. Esa luz es esperanza, es alegría en tiempos tan tristes y, sin derrochar, es ayuda para un comercio que lo viene pasando muy mal. De la misma forma que este año, más que nunca, hay que seguir montando en casa el belén por Navidad (ahí están los belenistas que a través de sus páginas en este Diario nos ayudan) y el árbol para no caer en el desánimo. No nos perdonarían que no lo hiciésemos precisamente quienes más están sufriendo esta pandemia o quienes ya no están con nosotros. Porque en medio de tanta oscuridad, de tantos apagones de todo tipo, estas luces (que además dan trabajo a muchas familias) son lo poco luminoso que vamos a tener en estos tiempos en los que no sólo necesitamos alegría sino certidumbres. Tiempos en los que los ciudadanos demandamos soluciones a tantos problemas a los políticos que se supone nos representan y a quienes pagamos por ello. Así que les exigimos que en lugar de enfrentarse y apalancarse a toda costa en el poder, tengan luces, más luces por favor.

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