En tránsito
Eduardo Jordá
Vivienda
En tránsito
UNA de las pocas atracciones turísticas de Baltimore, aparte de la tumba de Edgar Allan Poe, es un tour por los escenarios de la serie The Wire: solares abandonados, comedores sociales, muelles controlados por mafiosos, salones de pompas fúnebres, iglesias donde se celebran reuniones de Alcohólicos Anónimos... El tour se puede encontrar en un montón de sitios web, pero no hay ninguna agencia que lo organice, así que si alguien quiere hacerlo, se le aconseja alquilar un coche, ya que el transporte público es calamitoso, pero sobre todo porque hay que atravesar zonas muy peligrosas si uno va a pie. Y cosa curiosa, antes de emprender el tour se aconseja llenar el depósito del coche, porque hay muy pocas gasolineras en funcionamiento en Baltimore. Una ciudad americana sin gasolineras es algo así como una playa andaluza sin chiringuitos, pero Baltimore es así. Una ciudad en decadencia imparable, asfixiada por la bancarrota y sin apenas actividad económica más allá de los trapicheos de las mafias locales. Y poco más.
Estuve pensando en todas estas cosas cuando vi el vídeo de la madre de Baltimore que sacaba a su hijo a tortazos de una protesta contra la Policía. En realidad la protesta no era una manifestación de repulsa contra la muerte de un chico negro en un furgón policial, sino más bien un estallido de violencia callejera, organizado por los pandilleros locales, en el que se saqueaban y quemaban tiendas y supermercados. Esa madre vivía en uno de los barrios que el tour de The Wire recomienda cruzar en coche y no quería que su hijo acabara muerto de un tiro. Por eso no dudó en llevarse a su hijo a trompazos. Es cierto que su conducta no fue ejemplar, pero convendría recordar que su hijo se había metido en un buen lío. ¿Hubieran servido las palabras y las súplicas? Parece que no.
De la noche a la mañana, esa mujer anónima de Baltimore se ha convertido en un mito, seguramente porque no estamos acostumbrados a ver a nadie haciendo lo que ella hizo. Y mucho menos en España, donde alguien podría haberla denunciado por agredir a un menor, aunque fuera su propio hijo, e incluso quitarle la custodia. Pero me pregunto si esa mujer podría haber hecho otra cosa aparte de lo que hizo. Porque su hijo no estaba protestando, sino que se había metido en una bronca callejera con saqueos e incendios. Supongo que muchos educadores y psicólogos pensarán que esa madre no dio un buen ejemplo, pero me pregunto si no hizo lo único que podía haber hecho para proteger a su hijo.
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