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La ciudad y los días

carlos / colón

Las malas bestias

LA muerte de un ultra del Deportivo de la Coruña durante la brutal pelea entre 200 ultras de este equipo y del Atlético de Madrid no guarda relación directa con el fútbol. Los instintos violentos y homicidas esperan una causa que les permita desplegarse. Puede ser ideológica, política, religiosa o deportiva. Lo mismo da. En casi todos los casos, porque sólo en el extremo patológico del sadismo se produce dolor por puro placer, la idea que se siga, el partido en el que se milite, la religión en la que se crea o el equipo del que se sea ultra son el pretexto para que esta brutalidad preexistente se desate.

Este mal que forma parte de la naturaleza humana -a ver si nos dejamos de legislar y filosofar como si viviéramos en el mejor de los mundos posibles- siempre encuentra una causa. Y a mayor maldad, más radicalidad en la elección. Ni el comunismo, ni el nazismo, ni el fascismo hicieron a nadie peor de lo que ya era; sólo dieron a las malas bestias la ocasión de masacrar a los demás por el bien de la causa. Ni el cristianismo, ni el islamismo u otra religión obligan a quemar o matar a nadie: los peores encuentran en ellas un pretexto para dar rienda suelta a sus bestiales instintos de opresión y muerte. Y lo mismo puede decirse del fútbol.

Unos se hacen cabezas rapadas de extrema derecha o de extrema izquierda como otros -a veces haciéndolo coincidir con estas patologías sociales e ideológicas- se hacen ultras de este o aquel equipo. En los años 30 del pasado siglo habrían sido miembros de la SA nazis, de los fascio di combattimento, de los escuadrones de la muerte anarquistas o de las checas comunistas. Hoy este mal busca otros caminos para ejercer su gusto por la violencia. Puede ser el fútbol o no.

Porque algo de esto hay en los recientes sucesos de Ferguson, en la manifestación londinense convocada por Anonymous o en los altercados de Burgos. La indignación ante un veredicto sospechoso de connivencia con la brutalidad policial racista no se responde quemando edificios y saqueando comercios. La protesta contra unas medidas económicas no autoriza a atacar a la Policía, y destrozar mobiliario urbano. La disconformidad con una decisión municipal no se expresa con guerrilla urbana. La afición al fútbol no ampara la violencia. Estas causas sólo son pretextos para que las malas bestias actúen.

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