Programación Guía completa del Gran Premio de España en Jerez

LAS elecciones de hoy son el colofón a cuatro años de campaña electoral. La última legislatura, con sus luces y sus sombras, ha sido muy extraña, agria por momentos y desde su inicio marcada por una enorme división en la sociedad. No es hoy momento de buscar culpables, que los ha habido en casi todas las partes. Es momento de pensar en soluciones a los problemas y, desde luego, el ejemplo a seguir entre las fuerzas políticas no son precisamente los últimos cuatro años vividos. La desesperación por alcanzar el poder no sólo ha llevado a muchos políticos a cometer enormes deslealtades en todo este tiempo y usar todo tipo de artimañas para atacar al rival, sino a ser capaces de prometernos cada día algo nuevo. Cada día. Uno tras otro. Sin pudor. Han sido tantas las promesas que ya hemos perdido la cuenta. El subasteo ha llegado a extremos hilarantes con candidatos subiendo la puja al día siguiente, tirando -por supuesto- con la pólvora ajena de los presupuestos que salen de los bolsillos de todos los ciudadanos. Sueldos, pagas, ordenadores e internet gratis, ayudas para casi todo (sólo han faltado ayudas especiales para poder ir a pedir ayudas), subvenciones, óbolos, aguinaldos, pedreas...

Muy bien. Y mañana, ¿qué? Sería muy interesante que, sea cual sea el partido que gane las elecciones municipales, no les entrase a sus dirigentes un repentino ataque de amnesia, que suele ser lo habitual. Porque mucho me temo que a partir de mañana lunes no vamos a escuchar ya más anuncios de ayudas en forma de billetes. ¿Seguirá estando la economía tan mal a partir de mañana? Dependerá. Según se dispongan los señores diputados a un lado u otro del hemiciclo de las Cortes, así serán los discursos a partir de este lunes llamado a despejar tantísimas dudas. Las campañas electorales, sobre todo cuando son tan largas como la sufrida, dejan muchas heridas en el camino y frases de las que tal vez haya que arrepentirse tarde o temprano.

El terrorismo ha sido uno de los ejes del debate desde que arrancó una legislatura marcada por el atentado más sangriento. Se han dicho y hecho tantas barbaridades con el terrorismo como telón de fondo que uno siente vergüenza ajena porque instrumentalizar su dolor es una ofensa a las víctimas. Y quien esté libre de culpa que levante la mano. Hoy, cuatro años después, vamos a votar marcados de nuevo por el ruido de las pistolas y bajo la apariencia de unidad de los demócratas con la enésima proposición de permanecer unidos por encima de las diferencias. Sea cual sea el resultado de las elecciones de hoy, a ver si todos aprendemos la lección. Los gobernantes que conoceremos esta noche no deben olvidar lo que nos han prometido. Hoy han de ganar la libertad, la lealtad y la unidad.

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