Muere don Juan del Río | Opinión

Federico Mantaras Ruiz-Berdejo

Administrador Diocesano

Recuerdo agradecido a don Juan del Río

DON Juan fue el segundo Obispo de nuestra diócesis de Asidonia-Jerez, recibió la ordenación episcopal en nuestra Catedral el 23 de septiembre del año 2000 y estuvo con nosotros hasta el 2009, cuando pasó a la Diócesis Castrense. Como Pastor le tocó organizar y estructurar nuestra Diócesis y supo hacerlo con mucha lucidez, aprovechando los carismas y cualidades de cada persona. Tenía gran preocupación por la formación de los fieles, sabía que “para vivir bien, había que creer bien” y deseaba que sacerdotes y laicos pudiéramos dar razón de nuestra fe en este mundo difícil, para ello, puso en marcha el Instituto de Ciencias Religiosas Asidonense que sigue funcionando con gran afluencia de estudiantes. También se preocupó de la formación teológica de sus sacerdotes y trató de que los que se fueran ordenando pudieran realizar estudios de licencia y de doctorado.

Hemos de resaltar también su cercanía con su clero, su amor a la vida religiosa, su apuesta decidida por los nuevos Movimientos eclesiales y su aprecio a la religiosidad popular como “dique que frena el avance del laicismo en nuestra sociedad”. Su gran obra material fue la construcción del nuevo Obispado, aprovechando que se iban las religiosas del Servicio Doméstico y quedaba libre el edificio Bertematí, puso todo su esmero y cariño en que la nueva Casa de la Iglesia fuera acogedora y práctica para que se convirtiera en un verdadero foco de evangelización.

Personalmente sólo puedo tener para don Juan palabras de agradecimiento: él me ordenó sacerdote el 22 de septiembre de 2001, él contó conmigo para que sirviera a la Diócesis como Secretario-Canciller y siempre se comportó como un padre cercano y atento. Ahora que nos ha dejado, es de justicia que demos gracias a Dios por habernos dado a don Juan como Pastor durante nueve años, y es el momento de elevar una oración y pedirle a Dios nuestro Padre que tenga misericordia de su hijo y lo acoja en el banquete del Cielo.

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