Tierra de nadie

alberto Núñez Seoane

Tres mil no sé cuantos... y un día

LO que está sucediendo, porque son sucesos, en España es imposible de entender y muy difícil de soportar. Con éstas características no pueden saber a qué me estoy refiriendo, porque son muchos los acontecimientos que las reúnen, pero a la que hoy me remito es a la penúltima barrabasada de la "Justicia", la puesta en libertad de un asesino masivo, de una alimaña cruel y sanguinaria, de una lacra nauseabunda para la sociedad, del etarra que ordenó la masacre de Hipercor en Barcelona.

Esta escoria cobarde, inhumana y feroz, condenada a miles de años de cárcel, aunque en España se reduzca a 30 años efectivos, está en libertad 12 años antes de lo previsto. Todo, porque a la Sala de un Tribunal se le ha ocurrido aplicar una doctrina europea que reduce, de la pena total a cumplir en el lugar de la condena, los años pasados en una cárcel de cualquier otro país de la UE. Sin esperar a la Fiscalía, sin aguardar a que el Supremo dicte la pauta que marque jurisprudencia al respecto, los iluminados de turno han mandado a la calle -incluso dos años antes de lo que esperaban los abogados de la bestia, aún teniendo en cuenta los años pasados en una prisión francesa- a "Santi Potros", el criminal de Hipercor.

Los muertos se revolverán en sus tumbas, familiares y amigos de los masacrados hervirán de indignación y revivirán un dolor que nunca terminó de irse, las personas de buena voluntad que aun sobreviven en este país de locos se preguntarán, una y otra vez, como pueden pasar cosas como esta y los responsables de esta ignominia pasarán el puente con sus familias en una casita rural tomándose unos vinitos al calor de la chimenea, seguro que incluso dormirán tranquilos bajo un suave edredón de plumas ¡Porca miseria!

Somos un país de hipócritas y malnacidos. Hace unos días uno salvajes mataron a palos a una persona a orillas del Manzanares, en Madrid. El escándalo movilizó a media España, los reproches de unos contra otros y de los otros contra los unos han estado -y siguen- ocupando las portadas de los principales medios de comunicación, la irritación y la rabia han sacudido el mundo del fútbol -y al otro también, se habla de tomar medidas ejemplares, de terminar con esa lacra, de castigar a todo el que apoye a los violentos… ¡Como debe ser!, pero… ¿porqué alguien que ha hecho algo mucho peor -no por la gravedad, matar, si no porque no mató a uno, mató a 21, y los que murieron no iban a pelear, iban a comprar al supermercado, los que iban, claro, porque los 4 niños a los que les arrancó la vida lo único que hacían era vivir- porqué, decía, alguien que ha sido juzgado con todas las garantías procesales y condenado conforme a la Ley, no cumple la puta condena -ya de por sí exigua: a penas si le sale a poco más de un año de cárcel por asesinato cometido- hasta el final?, ¿porqué, porqué, porqué…? Todo el mundo se da golpes de pecho por lo sucedido con el "ultra" del Deportivo de la Coruña, eso está bien, no se pueden consentir hechos como ese pero, el mismo "sistema" que se auto inculpa de ese lamentable suceso, permite que se abran las puertas -antes de tiempo- a una bestia criminal que ni ha pedido perdón por lo que ha hecho, ni se ha arrepentido de lo que ha hecho, ni ha pagado por lo que ha hecho. Esto, aparte de no ser serio, no es "normal" -en un Estado de Derecho-, no es ético, ni comprensible, ni asumible, ni bueno, ni ejemplar, ni provechoso ni nada de nada, esto lo que es, es una mala mierda.

¿Cómo se construye el futuro cuando los que se lo quitan a inocentes pueden disfrutar del que sus víctimas no podrán?, ¿a quién, y como, educamos en "valores" y "principios" de Justicia como ésta?, ¡díganme!, ¿a quién?, ¿cómo?

La Ley es el instrumento de la Justicia. Nada, que pretenda permanecer en el tiempo, tiene posibilidades en una sociedad civilizada sin que la Ley proteja al débil frente al poderoso, a la víctima frente a su verdugo. No hay excusas que valgan, las leyes las hacemos para acercarnos a lo justo, si no valen, se cambian, pero, bajo ningún concepto y en ninguna situación, podemos permitir que sigan pasando cosas como las que está pasando.

La ejemplaridad de la Ley se la están pasando, el asesino de Hipercor y su piara de compinches, por el forro de sus partes innobles, unas tres mil veces al día, calculo. De la justicia, mejor ni hablamos.

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