LOS últimos datos ofrecidos en el Barómetro de Opinión Pública 2007 elaborado por el Instituto de Estudios Avanzados de Andalucía (IESA) confirman que el escenario político de nuestra comunidad apenas se mueve. A menos de tres meses de las próximas autonómicas, el estudio revela la misma foto fija de los últimos 12 años. El PP sería la única fuerza cuyo apoyo subiría entre los ciudadanos (un 4,8 por ciento más), pero su incremento de apoyo electoral no serviría para quebrar las opciones de gobierno de la formación que gestiona la Administración autonómica desde su constitución: el Partido Socialista. De celebrarse hoy las elecciones, el PSOE revalidaría su mayoría absoluta, el PP se consolidaría como segunda fuerza política y PA e IU mantendrían su representación en la Cámara andaluza, pero aún con menos respaldo en las urnas. Así, si se mantiene la tendencia, la convocatoria del 9 de marzo refrendaría el mismo paisaje electoral de la última década, pero consolidando aún más un bipartidismo que se ha visto ayudado por las continuas crisis y disputas internas que han terminado por fagocitar opciones minoritarias como la del andalucismo histórico o la de Izquierda Unida. Está por ver qué va a ocurrir, pero el barómetro nos permite hacer algunas lecturas previas al desenlace del 9 de marzo. Sin las especiales circunstancias que rodearon las elecciones del 14 de marzo de 2004, el PSOE baja algo en apoyo, pero mantiene un colchón de votos que permite presagiar una reelección relativamente cómoda para Manuel Chaves; el PP de Javier Arenas se hace con parte de los votantes provenientes del enésimo descalabro andalucista, pero sigue sin articularse como una alternativa real de gobierno en la comunidad andaluza; el PA se desangra (a la espera de que la coalición con el PSA frene la hemorragia) y se encuentra con que su candidato, Julián Álvarez, es un desconocido para el 82 por ciento de la población y, por último, IU mantiene su tendencia a la baja y, además, relega a su cabeza de lista, Diego Valderas, a Huelva, una circunscripción en la que es muy difícil que consiga acta de diputado. En definitiva, más de lo mismo.

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