No es lo mismo

Se entendería muchísimo mejor que el catalán un supremacismo portugués o guineano ecuatorial

Veo a muchos cargando un espejo para reflejar en él, invertidos, los insultos de Quim Torra a los españoles. Cambian en sus frases "españoles" por "judíos" o "musulmanes" y dejan que el efecto nos impresione. Lo más divertido es cuando en vez de "españoles" han puesto "catalanes" y los catalanistas se han indignado. Se ha dado el caso de una señora de cuyo nombre no puedo acordarme, disculpen, muy enfadada por un artículo de José García Domínguez, que Dios se lo pague, donde recogía una frase suya, suya de la semisusodicha señora, aunque poniendo "catalanes" donde ella puso "españoles". No es una inversión total, además, sino metonimia, habida cuenta de que, mientras un DNI no demuestre lo contrario, los catalanes son españoles.

Me he reído como el que más, pero hay un matiz fundamental que se escapa. Los españoles nos enfadamos porque no nos enfadan tanto los insultos como si fuesen a judíos, musulmanes o gentes de color negro. Pero no son lo mismo: por el contexto. Los que desprecian a los españoles son unos señores que, según confesión propia, llevan trescientos años (¡o tres mil!) queriendo independizarse de este pueblo inculto, zafio, vago, bobo e incapaz… y no han sido capaces.

El supremacismo catalanista se deja por los suelos. Es como si un tenista que acaba de perder un partido por 6-0, 6-0 y 6-0, saliese de la pista diciendo que el otro jugador es una birria. Ya, ya. Se entendería mucho mejor un supremacismo portugués o guineano ecuatorial.

Podrían decirnos que es sólo una cuestión militar. Que los españoles somos muy malos, menos para ser de la Guardia Civil o de la Legión. Un pueblo belicoso que somete a un pueblo inmensamente superior, pero pacífico. Sin embargo, los grandes intelectuales y artistas catalanes, los más catalanes y los mejores, pienso en mi amadísimo Josep Pla y en mi admiradísimo Eugeni d'Ors, o en Salvador Dalí, han sabido y han sentido que eran españoles de pura cepa catalana. Qué gran poeta indispensable para la literatura en español fue Boscán.

Están luego los millones de catalanes que, además de ser españoles (como todos), se sienten, y saben que la raza catalana ni es superior a ninguna, ni se les nota, ni existe. Usemos los insultos para reírnos, expliquemos que son reversibles y contraproducentes, y a ver si hay suerte y siguen con la matraca, que quedan como Cagancho en Almagro o, si lo prefieren, como caganer en Cadaqués.

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