UNA cena con los barones regionales, y gran propuesta federal. Rubalcaba saca pecho con la iniciativa de una España federal con la que espera solucionar los problemas de un Estado autonómico que ha sacado a la luz sus deficiencias, pero lo que habría que preguntarse es si es el momento de potenciar, lanzar, promover y gastar energías en la creación de un proyecto federalista, que obliga además a una reforma constitucional, cuando son tantos los problemas que necesitan solución urgente o al menos revisión urgente.

Rubalcaba debe estar muy necesitado de cariño, muy necesitado de apoyos, muy necesitado de poner a la gente a trabajar en torno a una nueva idea, cuando a estas alturas reúne a sus barones autonómicos no para hablar de empleo, ni de déficit, ni de cómo responder a la reforma local y de las administraciones públicas que propone el Gobierno, sino para proponerles que se pongan las pilas y, todos juntos, se pongan a trabajar en un proyecto federal con el que los socialistas recuperen el mucho terreno perdido. Sinceramente, una estrategia de locos, incomprensible en una figura como la de Alfredo Pérez Rualcaba, lo mejor que tiene el PSOE aunque acumula desaciertos desde que es secretario general, y que de verdad, aunque muchos lo dudan, tiene sentido de Estado y se preocupa por los españoles. Partiendo de esa base, y esta periodista le conoce bien desde hace no años sino décadas y sabe de su preocupación por España, no se entiende que se empeñe ahora en esta idea.

Porque una España en crisis y con una tasa de desempleo angustiosa necesita propuestas para salir del hoyo, no que nos vengan con un nuevo diseño que sustituya a las autonomías; necesita programas con los que abordar los problemas más acuciantes, sugerencias a debatir, analizar modelos que se han aplicado en otros países que han encontrado salida a problemas similares. Lo otro, abrir un nuevo debate, es lo que hacen los malos políticos para tratar de distraer la atención cuando no hay nada positivo que presentar.

Por algún lado debe andar el Rubalcaba que se enfrenta a las situaciones difíciles, que pacta lo que cree que debe pactar aunque provoque descontento en su partido; en alguna parte está el Rubalcaba que da prioridad a los asuntos de los ciudadanos antes que a los titulares de los periódicos, el Rubalcaba que aguanta las críticas cuando está seguro del objetivo que se ha marcado.

Abrir un debate innecesario cuando España está como está, es impropio de un político que aspira al Gobierno.