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La ciudad y los días

carlos / colón

Los muertos vivientes

EL secretario general de la OTAN confirmó el pasado fin de semana que el ejército ruso había cruzado "ilegalmente" la frontera de Ucrania en una acción "no aislada" que es parte de la "peligrosa" política rusa de desestabilización de Ucrania. Igualmente condenó el "desprecio" de Rusia hacia las leyes internacionales, su "flagrante" violación de la integridad territorial con ataques lanzados fuera y dentro de sus fronteras, que lleve meses suministrando tanques, artillería y lanzacohetes (como el que derribó el avión de Malaysia Airlines: 300 víctimas) a los rebeldes, y la concentración de miles de soldados en la frontera entre Rusia y Ucrania.

Mientras tanto neonazis europeos acuden a Ucrania para encuadrarse en los batallones Azov y Donbás o en el grupo ultranacionalista Pravy Sektor para luchar contra Rusia. Todos utilizan abiertamente símbolos nazis como la cruz gamada, el Wolfsangel (gancho para lobos) que utilizó la Segunda División SS Das Reich o el Schwarze Sonne (sol negro) tan querido por Himmler como símbolo del misticismo nazi. Y otros pocos desquiciados del otro lado, creyéndose resucitadores de las Brigadas Internacionales, se han ido a Ucrania, tricolor en ristre y "no pasarán" en la boca. Esvásticas y hoces y martillos en el siglo XXI: zombis ideológicos, la noche de los muertos totalitarios vivientes.

En medio, el corrupto e imperialista Putin, cuya actitud era perfectamente sintetizada en un reciente editorial de Le Monde: "A la guerra comercial responde con contra-sanciones, a las acusaciones responde con inflamada propaganda, a la reconquista por el Ejército ucraniano de la soberanía puede estar tentado de responder con la guerra, lo que sería dramático para todo el mundo".

Pobre Europa. Por el Sur -y desde dentro- avanza el yihadismo. Por el Este podría renacer la Guerra Fría en la versión putinesca de un imperialismo pos soviético, capitalista y corrupto. Con guiños a la Segunda Guerra Mundial, de cuyo inicio se cumplieron 75 años ayer. Al astuto Putin le ha faltado tiempo para comparar a los soldados ucranianos con los nazis. Lo peor es que, pese a tratarse de una exageración propia de un manipulador, el partido filonazi Svoboda tiene un vicepresidente y tres ministros, entre ellos el de Defensa, en el Gobierno prooccidental ucraniano apoyado por una Europa en la que extrema derecha y la extrema izquierda no dejan de crecer. Da miedo.

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