Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Ruptura de la señorita Pepis
La ciudad y los días
Se estrenó en 1963 una divertidísima película cuya importancia, en un momento trascendental de cambio en Hollywood, era ser una summa cómica cuyo reparto iba de Buster Keaton a Jerry Lewis pasando por Milton Berle, Sid Caesar, John E. Brown, Los Tres Chiflados, Edward Everett Horton, Mickey Rooney, Phil Silvers, Terry-Thomas, Jimmy Durante, Jack Benny o Peter Falk. Se llamaba El mundo está loco, loco, loco. Hoy podría rodarse una segunda parte que se llamara El mundo está más loco, loco, loco.
Malos momentos se han vivido muchos, más globalmente trágicos que los actuales. Malos políticos ha habido siempre, más perversos que los actuales. Canallas cargados de prestigio intelectual se han padecido siempre, baste recordar la Francia de entre la posguerra y los años 60 que Raymond Aron retrató en El opio de los intelectuales; pero tenían nivelito. Pero nunca la imbecilidad había tenido tan poderosos representantes y medios para difundirse. Dado que, como dice Savater, supone falta de reflexión crítica y ausencia de conciencia moral, la imbecilidad de los poderosos es más peligrosa que la maldad inteligente, pues destruye sin cálculo. Ya decía el Eclesiastés que quien empieza diciendo necedades, acaba en funesta locura.
Pero ahora no me refiero a Trump o a los líderes europeos (los nuestros en cabeza), sino a los censores woke o carcas. Un informe de PEN América registra más de 6.800 casos de libros retirados temporal o permanentemente en el año escolar 2024-2025 de centros escolares y bibliotecas públicas. La obra más prohibida es La naranja mecánica de Burgess y el autor más censurado, Stephen King. “Ahora soy el autor más prohibido en Estados Unidos: 87 libros. Os sugiero que elijáis uno y busquéis a qué se deben todas estas quejas. Los prohibelibros moralistas no siempre se salen con la suya. ¡Esto sigue siendo Estados Unidos, maldita sea!”, ha replicado en sus redes sociales.
Habrá que preguntarse si lo siguen siendo. Por un lado, Trump en la Casa Blanca y miles de libros censurados en bibliotecas escolares y públicas. Por otro, los demócratas catalépticos y una gilipollez como Una batalla detrás de otra aclamada como una obra maestra progresista. Y no solo en Estados Unidos: la pandemia de imbecilidad es global. “Stultorum infinitus est numerus”.
También te puede interesar
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Ruptura de la señorita Pepis
Jerez Íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez: Paula, Dragó, Zarzana, Belmonte y un traje de luces en la Amargura
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Pueblo
La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca lloró así la Virgen de las Aguas