La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿Esto no es odio y machismo?

Según el ministro llamar a Ayuso cucaracha, asesina o fascista forma parte del debate normal en cualquier universidad

La noche antes del escrache a Ayuso en la Complutense veía un episodio de Exterior noche, la estupenda miniserie de Marco Bellocchio sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas, en el que se representaba el boicot (hoy se diría escrache) a su clase de Derecho Penal en la universidad La Sapienza de Roma por parte de la extrema izquierda entonces filo terrorista. Eran los terribles años de plomo en los que la extrema derecha perpetró los atentados de Piazza Fontana en Milán (12 de diciembre de 1969: 17 muertos y 88 heridos) y la estación ferroviaria de Bolonia (2 de agosto de 1980: 85 muertos y 200 heridos), y Brigadas Rojas asesinó a 86 personas -policías, magistrados, políticos, periodistas, profesores e industriales- además cometer atracos, atentados y secuestros.

El escrache sufrido por Ayuso en la Complutense recuerda al de Moro. En un contexto, afortunadamente, completamente distinto. Dejamos atrás nuestros años de plomo del terrorismo vasco, mucho más prolongados y letales que los italianos. Pero el fanatismo, la intolerancia, la falta de respeto al adversario político, las amenazas y los insultos -"cucaracha", "asesina", "fascista", "qué pena me da que la madre de Ayuso no pudiera abortar"- del grupúsculo que hizo escrache a Ayuso, incluido en contenido y tono el discurso de la alumna premiada, están resurgiendo en nuestro país. Y quienes lo disculpan o lo alientan forman parte de nuestro Gobierno. Es vergonzoso que el ministro de Universidades considere el escrache "normal en cualquier universidad" llamándolo "debate y contraste". Tan vergonzoso como que Lobato, candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en vez de condenar el escrache culpe a Ayuso de "ir a provocar y a encender a la gente". O que calle Irene Montero, que pretende que los insultos a mujeres en cargos públicos sean considerados violencia machista. ¿Solo si las insultadas son de izquierdas?

Si este mismo acoso lo hubiesen protagonizado alumnos de extrema derecha ya se habría convocado la Comisión de delitos de odio y saltado la "alarma antifascista". Pero ya se sabe que la izquierda tiene bula. Hasta el punto de que muchos que critican este escrache lo califican de fascista, como si fuera imposible que desde la izquierda se hagan estas cosas (o, peor, estén justificadas). Ya lo dijo Baudelaire: el mejor truco del Diablo es hacer creer que no existe.

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