Tribuna Cofrade

Juan González

El poder transformador de Jesús

ALLÁ por los finales de los sesenta del siglo pasado, un pensador marxista francés, Roger Garaudy, que se terminó haciéndose cristiano, escribió un texto sobre Jesús de Nazaret, del que entresaco lo más significativo: “Más o menos en tiempos de Tiberio. Nadie nos sabría decir exactamente ni donde ni cuando,Un personaje del que sabemos bien pocas cosas abrió una brecha en el horizonte de los hombres. Seguramente no era ni un filósofo ni un tribuno. Pero debió vivir de tal forma que toda su vida nos decía que cualquiera de nosotros puede en cualquier momento de su vida volver a empezar de nuevo. Decenas y quizás centenares de narradores populares han cantado esta buena nueva. Conocemos tres o cuatro. El impacto que ellos había recibido lo han expresado con las imágenes de la gente sencilla, de los humillados, de los ofendidos, de los apaleados,cuando estos se ponen a soñar que todo ha sido posible:  el ciego ve, el cojo anda, los hambrientos en medio del desierto se hartan de pan, la prostituta descubre que es toda una mujer,el hijo muerto vuelve a la vida. Algunos eruditos pueden poner en duda cada uno de los hechos de su existencia, pero esto no hace cambiar nada esta certeza que transforma la vida”. 

Traigo a colación estos fragmentos porque nos encontramos en plena cuaresma, un periodo que por estas tierras nos lleva a una eclosión de la fe popular, habría que ver que es eso de la “fe popular, dejémoslo para otra ocasión, con los cultos de las hermandades, besamanos, buscapiés, oraciones poéticas, etc. Este periodo que nos prepara para afrontar los acontecimientos más importantes de nuestra fe como son la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, ha de servir no sólo para penitencia y conversión, sino para ir mucho más lejos, transformar nuestras vidas. El texto de Garaudy no puede expresar mejor el poder transformador de Jesús, tenemos que dejarnos transformar por él.

Ahora bien, Jesús nos transformará si atendemos esa llamada que continuamente hacía a los que se acercaban: sígueme, es el término que más se repite a lo largo de los evangelios. ¿Qué significa “sígueme”? Ni más ni menos que hacer nuestro el estilo de vida de Jesús, cuya vida no fue sino el compromiso con los pobres, los marginados, los enfermos, las mujeres, los niños, en definitiva la escoria de la sociedad. Que distantes estamos de aquel Jesús. Por muchas ostentaciones públicas de fe que hagamos, sino hacemos nuestro el estilo de vida de Jesús, están totalmente vacías, convirtiéndose en mero teatro. Es fácil de  imaginar a que me estoy refiriendo.

Término con una frase de Oscar Wilde en su obra ‘El alma del hombre’: “Quien pretenda vivir una vida igual a la de Cristo, ha de ser completa y absolutamente como la suya”.

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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