La Crestería

Manuel Sotelino

Cofradías Internacionales

HABÍA una bodega en Jerez que se llamaba así. Sin más. Internacionales. Se trataba de un complejo –que aún todavía existe- de grandes dimensiones que forma parte de los denominados ‘templos del vino’ que en los inicios de la década de los setenta se construyeron para dar abasto a la gran demanda de vinos del Marco que en aquella época existía. Fue como un ‘bum’ que duró lo justo para construir todo aquello y sobredimensionar lo que fue un espejismo. Con los ochenta nos sobrevino una ‘movida’ distinta a la que tuvo Madrid y se estableció la reestructuración del sector y la pérdida de una estructura económica que mantenía esta ciudad industrial y bodeguera. Nunca turística.

Pero dejemos las exégesis económicas sociales de Jerez y vayamos a lo que podría producirse con la gran demanda de cofradías que existen en la ciudad. Se podría decir que de aquello polvos estos lodos. El Sábado de Pasión se pierde y no se abrirá –de momento- el Sábado Santo. Toca llorar. Jornadas de Semana Santa que podrían darse hasta con siete cofradías en la calle. Cortejos que irán creciendo por los barrios y menguando por el centro. Si los próximos munícipes se ponen las pilas podrá haber una Semana Santa limpia y con un buen servicio que mantenga como una patena cada acerado. Los palcos seguirán instalados y la carrera oficial estará siempre por definir. Como si la ciudad estuviese mal hecha cuando Jerez es una maravilla que a todo el que se acerca le encanta por sus dimensiones.

Ojalá que la Piedad se recoja a la una de la mañana como muy tarde aunque tengamos nuestras dudas. Y el Jueves Santo será  rareza prodigiosamente bella que se desarrolla demasiado tarde para dar paso a la Madrugada. Con banda o sin ella.

El caso es que con estos condimentos queremos hacer de nuestra Semana Santa de interés turístico internacional. Vender lo nuestro como una joya. Y lo es. Desde el punto de vista patrimonial y de estética. Tenemos a José Carlos Gutiérrez y a Fernando Barea que son dos genios a nuestro favor. Pero por favor; no sobredimensionemos lo que existe. Nos puede ocurrir como le ocurrió al sector del vino. Construir un gran templo para que al final quede como un elemento testimonial de lo que fue en otras épocas. Aunque nadie nos podrá quitar que la trasera del Desconsuelo es una joya que disfrutamos sólo aquí, en Jerez.

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