Juan González

Volver a Jesús de Nazaret

Tribuna cofrade

Volver a Jesús de Nazaret
Volver a Jesús de Nazaret

05 de abril 2020 - 05:48

Hoy se inicia la semana más decisiva de la historia del cristianismo. Se celebran los acontecimientos de mayor rigor histórico de la vida de Jesús como son su ejecución en la cruz y su resurrección. Este año en el que por las circunstancias en las que estamos, vamos a tener que vivirla en nuestras casas, sin poder participar en la liturgia de la Semana Santa, liturgia por cierto cargada de simbolismos y de una excepcional belleza. Eso sí, podremos verlo por televisión pero no es ni mucho menos lo mismo. Este retiro al que estamos sometidos ha de servirnos para una profunda reflexión sobre la figura de Jesús y, en particular, el porqué de su ejecución y la experiencia de la resurrección, que ha de llevarnos al encuentro con el Maestro de Nazaret. Por ello el artículo de hoy quiero dedicárselo a Él.

El teólogo Jon Sobrino, amigo y compañero de Ignacio Ellacuría asesinado en El Salvador en el año 1989, le dedicaba una carta todos los años con motivo del aniversario de su muerte. La que escribió en el 2005 se titulaba lo mismo que este artículo “Volver a Jesús de Nazaret”. No quiero abusar de las citas pero me parecen muy elocuente y por ello no me resisto a reproducir las primeras líneas que dicen: “A los quince años de tu martirio te escribo sobre algo que me parece importante y necesario: volver a Jesús de Nazaret. La necesidad para la Iglesia es muy clara; y para nosotros, cristianos, además de necesidad, es bendición por supuesto. Pero pienso que también puede ser muy útil que Jesús se haga presente en nuestro mundo, anónimamente o de la forma que sea, pues el mundo necesita savia nueva para vivir.”

El planteamiento de Jon Sobrino forma parte de una corriente en el seno de la Iglesia, y diría también de fuera de ella, de recuperar la figura de Jesús. De su recuperación depende mucho el futuro de la Iglesia. Gran parte de la “culpa” de esa vuelta o recuperación de Jesús se debe al movimiento que surgió a finales del siglo XVIII con la finalidad de investigar desde el punto de vista histórico la figura de Jesús. Más de dos siglos en los que historiadores, teólogos, filólogos, arqueólogos, etc, de muy diferentes creencias, han ido ofreciendo imágenes, en algunos casos muy dispares, en otros han partido de estudios muy rigurosos y que han contribuido de manera muy importante a un acercamiento más humano de la figura de Jesús, recuperándose de esa forma el atractivo que tuvo hace veinte siglos.

Ese atractivo se ve reflejado en la vida de muchas personas que decidieron seguirlo y en el pensamiento de escritores, filósofos, poetas, etc. Dostoiewsky afirmó : “Creo que no existe nada más bello, más profundo, más atrayente, más viril y más perfecto que Cristo”. Para Oscar Wilde “su vida entera es el más maravilloso de los poemas”. El marxista Garaudy lo considera patrimonio de la humanidad y dice : “Ustedes gentes de la Iglesia, devuélvannos a Jesús”. Y termino las citas con una alusión a Ghandi. Él quedó fascinado por el Sermón de la Montaña y llegó a decir que los únicos que no han entendido el Evangelio son los cristianos. No dejaba de llevar mucha razón.

Teniendo la Iglesia este patrimonio único e imperecedero que es Jesús, ¿cómo es que cada día las iglesias están más vacías?. Dios importa poco o nada a la sociedad; los cristianos ofrecen, en líneas generales, una pobre imagen porque no dicen nada; la mayoría de las homilías no hay quien la aguante; la propia eucaristía resulta incomprensible en algunos de sus aspectos. ¿Quién entiende el credo que habitualmente se reza en las misas?. Me dirá alguno, puestas así las cosas, que cómo la Iglesia sigue aún en pie. La razón muy fácil. La existencia de creyentes que sí han hecho suyo a Jesús y su mensaje. En estos delicados momentos ahí está la labor de Cáritas, basada en el trabajo de técnicos y de numerosos voluntarios que, como no podía ser menos, dedican su tiempo e incluso ponen en riesgo propia salud. Los cristianos y cristianas que trabajan por los más pobres, que fueron y son los preferidos de Jesús, son la primavera de la Iglesia. Se podrían poner muchos otros ejemplos de organizaciones y comunidades cristianas.

¿Qué podemos decir de Jesús de Nazaret? Que fue un hombre coherente, en él no hay separación entre lo que dice y lo que hace, entre él mismo y su mensaje, pues vive lo que enseña. Un hombre pobre y al lado de los pobres. No elige la pobreza sino a los pobres. Por eso se le ve habitualmente a su lado. Les ofrece la “buena noticia”: felices los pobres porque vuestro es el reino de los cielos. Denuncia la riqueza y la indiferencia que ciegan el corazón ante la necesidad de los necesitados. Fue un hombre contagiosamente libre. Libre ante las tradiciones, las normas y los ritos cuando van en contra de la persona. Otra de sus características fue la de ser crítico con la religión cuando oprime a las personas y las mantiene aplastadas. Fue un hombre de paz, palabra que se repite con mucha frecuencia en los evangelios: “Mi paz os dejo”, “Desead la paz”, “Ve en paz”. Fue un hombre fraternal y compasivo. Sabe ver a las personas en su situación y es capaz de ponerse en su lugar. Se le “conmueven las entrañas”, frase que se repite en los evangelios y responde a su actitud cuando ve el sufrimiento y la necesidad de los demás. Un hombre cuyo secreto se llama “Abba”. Jesús vivió una experiencia única con Dios, al que se dirige como padre amado.

¿Dónde encontramos a ese Jesús de Nazaret? Lo encontramos en la calle, entre las gentes sin techos, en las personas sin empleo, en los hospitales donde la gente sufre , en las mujeres maltratadas, en los centros donde se abandonan a los mayores, en los pueblos marginados, entre los niños hambrientos, en los refugiados, en los migrantes, en definitiva entre los pobres de este mundo, sus preferidos.

¿Qué más se puede decir de Jesús? Muchas más cosas. Dice Juan al final de su evangelio que si se escribiera una por una todas las cosas, en el mundo entero no cabrían todos los libros que pudieran escribirse. Me he limitado por problemas de espacio a dar unas pinceladas, significativas y aunque muy resumidas, que nos muestran a ese Jesús al que, por encima de todas las palabras o discursos, sólo nos queda seguirlo, como le dijo a personalmente a cada uno de los apóstoles: “Sígueme”.

Las dedicatorias siempre van al principio, en el prólogo, pero las voy a hacer en el epílogo para cerrar este artículo: Va por todos aquellos que están buscando honestamente la verdad. En ese camino de búsqueda a buen seguro que van a encontrar a Jesús de Nazaret. Ya él lo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

stats