Un país crispado

El embrollo catalán ya es el embrollo español. Un Gobierno débil, como el de Rajoy desde 2015, y la nación partida en dos

E L embrollo catalán ya es el embrollo español. Los Reyes Magos traen mucho carbón a la política nacional, más crispada y desnortada que nunca desde la muerte del dictador hace 44 años. En momentos peores, hubo rumbo y liderazgo; un plan. Ahora no aparecen ninguna de las tres cosas. El año nuevo llega con novedades a un país dividido en dos bloques, en el que cada cual se reafirma en sus posiciones. Nadie se pone en el lugar de los otros y el centro moderado ha desaparecido. La fractura catalana se ha exportado al resto de España.

Por primera vez una coalición gobernará la España moderna. Eso le genera ansiedad a los propios aliados, y mucha más a los opositores a la fórmula. Pedro Sánchez se llevó desde abril a noviembre repitiendo que Podemos sería un socio tóxico y ahora nos presenta a Iglesias como vicepresidente. Desde la derecha se hace una deslegitimización de la coalición similar y de sentido contrario a la que la izquierda hizo hace un año con el pacto entre PP, Ciudadanos y Vox en Andalucía. El PSOE y Podemos pusieron en circulación entonces el término trifachito, que no han abandonado.

Ahora los autores de esa expresión aguantan descalificaciones similares del trío que pactó la toma de San Telmo: el precio de la abstención de Esquerra -mesa de gobiernos y consulta- es calificado de bochornoso por el PP, lamentable por Ciudadanos y traición por Vox. (Sin matices entre ellos). Traición es un término utilizado por Puigdemont y su valido Torra para estigmatizar a ERC y su entendimiento con los socialistas. La destitución ayer tarde de Torra por la Junta Electoral Central añade más dramatismo e incertidumbre a la situación. A los posconvergentes tampoco les ha gustado el acuerdo; igual que a Vox. Casi siempre coinciden.

Es una debilidad que este Gobierno de izquierdas esté sujeto con alfileres por la misma coalición adversa que echó a Rajoy de la Moncloa, salvo JxCat. Pero así llevamos cuatro años con gobiernos frágiles; desde las elecciones de diciembre de 2015. En principio, sean cuales sean los apoyos del Gobierno que viene, tendrá legitimidad. La misma que obtuvo Juanma Moreno aupado por una extrema derecha integrista, antiautonomista y xenófoba.

La aritmética es similar, dicho sea de paso. La coalición que pide hoy la investidura tiene el 44% de los escaños del Congreso y la dirigida por Moreno, el 43% de los sillones del Parlamento andaluz. Aunque empezamos el año todos mal. No se engañen, metidos en este embrollo general no hay islas ni oasis a salvo de la inestabilidad.

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