Notas al margen

David Fernández

Todo por la pasta

LA noche que descubrieron el cuerpo sin vida de su hija Nola, desaparecida con 15 años, su padre murmuró: "Así que está muerta... He estado ahorrando todo este tiempo para que pudiese ir a la Universidad". Tanta basura acumulan algunos corazones que al día siguiente se presentaron en su casa cinco falsas Nolas. Todo sea por la pasta, lamenta un personaje de Joël Dicker en La verdad sobre el caso Harry Quebert. Y no exagera. Aquí cerca, un tipo fingió ser la pareja de una supuesta víctima del tren Alvia y se desplazó desde Cádiz a Santiago para reclamar los restos de su mujer huérfana. Quiso aprovechar la confusión en mitad de tanto dolor y ni la tragedia distrajo su ambición por la indemnización. Otros, sin llegar tan lejos, también sacan partido a las carencias y la necesidad ajenas para ganar dinero fácil. Los jerezanos ya han perdido la cuenta de los impostores que se han hecho pasar por grandes empresarios para obtener subvenciones y vivir del cuento. Son personajes capaces de perderle el cariño a todo, salvo al dinero. La mayoría se presenta en el Ayuntamiento luciendo trajes caros y horteras. Cualquiera recelaría al verlos, pero qué político en la era del pelotazo rechazaba la posibilidad de tropezar con un industrial serio de esos que genera cientos de puestos de trabajo donde pisan... Los farsantes juegan con esa debilidad enfermiza suya por salir en la foto y no han tenido que emplear grandes recursos para ganarse su confianza. Hace tantos lustros que no llega un empresario por la zona para otra cosa que no sea recoger y largarse, que al primero que se presenta -a priori para invertir y no para quitarnos lo poco que nos queda- se le lleva del brazo hasta la sala de prensa para anunciar su proyecto, aunque resulte disparatado. Hasta un ordenanza huele a distancia a los embusteros, pero no hay forma humana de que los políticos se enteren de que nada es gratis. Usted tendría que emplear media vida para convencerles de que asfalten su calle. En cambio, le bastaría con media hora para hacerles creer que tiene millones invertidos en China y que está pensando en trasladar su fábrica a Jerez. Es lo que ellos quieren oír al fin y al cabo, de ahí que a los charlatanes que sustituyen a los antiguos vendedores de aquellos frascos milagrosos les sobra con emplear el tono preciso. Los políticos les han creído cuando nos han prometido campos de golf más verdes que los de Irlanda y un Espacio del Motor y la Velocidad; un parque llamado Sherryworld y un hipódromo que ni el de Pineda; Jerez contaría hasta con una planta para ensamblar todoterrenos de lujo. Esto último lo contaron señores con historial harto sospechoso y credenciales como las de Euroamerican y Jerikholding. Llegaron a la caza de subvenciones sin engañar a nadie. Disponían de tanto dinero como aquel presidente del Xerez, el tal Souza, que proclamó que 'Por plata no va a ser', y no se metió la mano en el bolsillo hasta que se volvió a Argentina. Y claro, como no llegó la subvención para Zahav, no se vio ni la tuerca de la rueda de repuesto de un seiscientos. Encima nos perdonan la vida y reiteran que no pedirán "daños y perjuicios". El mundo al revés. Entretanto, el Estado exige hoy al Ayuntamiento millones de euros por desviar ayudas de todo tipo. Pero no todo está perdido: como consuelo la ciudad contará con un 'mapa estratégico de ruidos' que costará 125.000 euros. No está mal. ¿Y para cuándo el detector de estafadores y las gafas bien graduadas para los concejales?

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